Con la publicación este martes del decreto de convocatoria de elecciones ha quedado disuelto el Parlamento foral y, junto él, también Navarra Suma. La coalición de UPN, PP y Ciudadanos ha llegado a su final con una relación amarga entre sus socios, que encaran ahora la precampaña en un ambiente hostil de reproches y cruce de responsabilidades. Una dura pugna por un espacio electoral de 20 escaños que se prolongará hasta el 28 de mayo. Es posible que también después, en función de cuál sea el resultado, con la perspectiva de las elecciones generales a finales de año.

La coalición sigue presente en los ayuntamientos, pero de una manera más formal que efectiva. Cada partido está elaborando ya sus candidaturas y eso ha elevado más si cabe la tensión. El paso de Maribel García Malo de UPN al PP, donde ocupará el tercer lugar en la lista el Parlamento, ha sido el penúltimo capítulo de un trasvase de cargos que está generando mucho enfado en la formación regionalista, donde se acusa a quienes se van de intereses espurios y personales. Pero también entre una parte de las bases del PP, donde se observa con cierto recelo cómo los nuevos ganan protagonismo frente a los que ya estaban. 

De hecho, la última en dar el paso, pero en dirección contraria, ha sido Verónica Gormedino. Afiliada al PP y concejal de Festejos en Tudela, había mostrado su deseo de liderar la candidatura popular al Ayuntamiento. Esa responsabilidad finalmente ha recaído en Irene Royo, tras lo que Gormedino ha optado por darse de baja del PP. Previsiblemente irá en la lista de UPN.

Desde el primer día

La batalla en cualquier caso está servida y no se ha hecho esperar. Los candidatos a la presidencia del Gobierno de UPN, de PP y de Ciudadanos han comparecido este martes públicamente para exponer su proyecto y lanzar críticas más o menos directas a quienes hasta ayer –y lo de ayer es literal– eran compañeros de grupo parlamentario.

“Ellos verán”, señala el líder de UPN, Javier Esparza, preguntado por la campaña de las juventudes del PP que le señala como cómplice de la alianza política entre el PSOE y EH Bildu. El candidato regionalista ha comparecido en la sede de su partido para presentar su política fiscal, pero ha acabado una vez más hablando de Bildu y de cómo “muchos votantes socialistas han llorado” esta legislatura por los pactos con la izquierda abertzale.

Lo hizo en un atril con un nuevo eslogan, el que UPN ha elegido para esta precampaña y que señala muy bien dónde está su principal reto electoral: “En Navarra, UPN”. Una mención que apela directamente a esos votantes de derechas que puede ver con simpatía al PP e incluso a Vox, y a quienes recuerda quién ha sido siempre su referencia electoral en Navarra. 

El voto útil que tan bien ha funcionado siempre, y al que la derecha clásica española, personalizada en el PP, quiere hacer frente con la incorporación de figuras del ámbito regionalista, aunque lleguen con motivaciones ciertamente cuestionables. “Va a haber más gente que se sume al partido. Si vienen es porque aquí hay proyecto, hay ganas y hay ilusión”, subraya su candidato, Javier García. No cita a UPN, pero tampoco hace falta porque a estas alturas ya todo se sobreentiende. “Somos los únicos que podemos decir alto y claro que no vamos a pactar con el sanchismo. Los navarros saben quién es cada quién”, insiste el presidente del PPN en un segundo argumento que oiremos mucho en las próximas semanas.

Voto útil contra voto ideológico. Y entre medias Ciudadanos, que asume su papel residual anticipando una derrota que atribuye directamente a la división de la derecha. “Es imposible un Gobierno alternativo”, admite Carlos Pérez-Nievas, que reprocha los “complejos políticos” y la “cobardía” de UPN y PP. “Prefieren conservar sus siglas en un egoísmo político sin precedentes”, denunció ayer. Todos contra todos, y todavía falta Vox.