Pedro Sánchez se ha marcado una agenda televisiva maratoniana para voltear el relato de las encuestas. Mientras prepara sus apariciones en El Intermedio, Lo de Évole y hasta en El Hormiguero, cual star system, despliega ahora una riada de descargos donde señala los lastres que acucian al PSOE y a su intención de seguir al frente del Ejecutivo español. Todo un reparto de culpas.

El líder socialista niega pactos cerrados con EH Bildu, entiende que los indultos a los dirigentes independentistas le han pasado factura y, para remate, apunta a la ministra de Igualdad, Irene Montero, como variable de rechazo hacia su gestión. Por lo demás, su Gobierno ha sido de “notable”, se considera “un hombre sincero” y afirma que ha tratado de “cumplir con su palabra”.

“Los hechos están ahí”, sacó pecho ayer en Onda Cero, donde Sánchez trató de explicar que su relación con la coalición soberanista obedeció a una “dinámica parlamentaria para sacar adelante iniciativas sociales”.

Horas después de que su propio partido se haya plegado al aislamiento de Bildu en los ayuntamientos vascos, el líder del PSOE se defendió alegando que no hay ningún ministro de esa formación en su Gabinete ni un acuerdo de legislatura, recurriendo a las ocasiones en que el PP ha convalidado decretos leyes en el Parlamento, que han sido 51, frente a las que ha apoyado Bildu, 48 en total. “¿Eso significa que hemos gobernado con el PP? No”, exclamó Sánchez.

De paso, justificó la posición de los socialistas no entregando la Alcaldía de Pamplona a la coalición soberanista: “No estamos en el con quién, sino el para qué”.

Pero donde más se elevó fue al admitir un retroceso en el “feminismo integrador” debido a “discursos incómodos” planteados “desde la confrontación”, en alusión a las políticas llevadas a cabo por Montero desde su Ministerio.

“Es donde algo hemos retrocedido y eso es una constatación, un dato objetivo”, apuntó, aludiendo a que tiene “amigos que se han sentido en algunas ocasiones incómodos con algunos discursos”. “Hay una impresión de que hay ciudadanos, hombres de entre 40 y 50 años, que han visto, en algunas ocasiones, no tanto las políticas, como el conflicto”, algo que “es un error”, reiteró Sánchez, evitando indicar si está orgulloso o no del trabajo desempeñado por la dirigente morada, purgada en las listas de Sumar. Eso sí, precisó que sus discrepancias con ella fueron “públicas y notorias” y recordó que él tomó la decisión de reformar la ley del solo sí es sí. “Intenté persuadir a mi socio de gobierno del error que se había cometido y de la urgencia, la necesidad de resolver una situación que evidentemente ni el poder ejecutivo ni el poder legislativo deseábamos”, explicó.

El independentismo

La otra pata de sus desgracias obedecen, a su juicio, al independentismo. A este respecto, asumió sus “cambios de posición política en algunos asuntos de Estado, como pueda ser el tema catalán”, con decisiones “muy difíciles, arriesgadas y complejas”. Incluso admitió que está convencido de que algunos que votaron al PSOE en 2019 hoy pueden estar pensando en no hacerlo por los indultos. Dejando claro que no se trata de que el fin justifique los medios, Sánchez rechazó se haya esforzado en neutralizar la sentencia del Supremo sobre los dirigentes independentistas, y situó en la necesidad de apostar por la convivencia el no haber modificado el Código Penal para tipificar la convocatoria del referéndum ilegal. “No estuvieron cuatro días ni cuatro meses, sino cuatro años en la cárcel”, añadió. “Catalunya hoy no es una de las principales preocupaciones y sí lo era hace cinco años. Ya no hay contenedores incendiados en Barcelona”, visualizó.