La incertidumbre económica está marcando el inicio de la elaboración de los Presupuestos Generales de Navarra para el año que viene. El Gobierno foral tiene muy avanzado el cuadro macroeconómico, la perspectiva de ingresos a cierre de año –con la recaudación al alza– y el cálculo de los fondos europeos.

Pero lo normal en año electoral es que la aprobación de los Presupuestos se retrase unos meses –a principios de 2024– y este año ahora parece que vaya a haber una excepción. Sobre todo si se tiene en cuenta que el Ejecutivo hace todos estos cálculos con la vista puesta en dos direcciones: Bruselas y Madrid.

En la capital comunitaria se discute ahora mismo cómo recuperar las reglas fiscales tras el parón por el coronavirus, algo que tendría mucha influencia en la confección de las Cuentas Públicas por lo que implica de control de la deuda y el déficit.

Y en la del Estado se negocia la investidura de Sánchez, que mientras tanto tiene el Gobierno en funciones y con buena parte de las iniciativas limitadas o directamente paradas.

Cuando el nuevo Ejecutivo eche a rodar –todo apunta a que Sánchez reunirá todas las piezas necesarias, pero nunca se sabe– se empezarán a conocer las propuestas fiscales que Navarra tiene intención de complementar o mejorar. Y todo ocurre sobre un tablero europeo y mundial muy cambiante, lo que ha llevado al Gobierno foral a tomar muchas cautelas.

Ya lo dijo la presidenta Chivite en este periódico: “Vivimos en un momento de incertidumbre”. Lo decía para mantener las cautelas al ser preguntada por cómo serán los próximos Presupuestos. Lo más normal en año electoral es que las Cuentas se demoren un poco. Si cualquier otro año están listas para diciembre, cuando hay cambios en el Ejecutivo la aprobación se demora unos meses. En 2019, por ejemplo, los Presupuestos entraron poquito antes del confinamiento de marzo de 2020. Pensemos, como tope, en el primer trimestre del año que viene. 

De momento, Navarra avanza en lo que puede y ultima algunos detalles, como la estructura definitiva del Gobierno y cada departamento, que en poco tiempo tendrán que ponerse en contacto con el consejero José Luis Arasti –titular de Hacienda– para fijar el techo de gasto de cada área. Será entonces, y cuando ya se aclare el tope de gasto no financiero, cuando se vaya calendarizando el debate presupuestario.

María Chivite junto con la ministra de Economía, Nadia Calviño, durante una visita a Pamplona Unai Beroiz

Ya se ha comentado que la interinidad del Estado ralentiza la operación. Por no conocer la propuesta fiscal y financiera, pero también porque el Estado es un interlocutor esencial con un actor que influye –y mucho– en la elaboración de los Presupuestos: la Unión Europea. 

El debate está abierto

La Comisión Europea se encuentra en pleno proceso de debate de su marco fiscal, con la recuperación de las reglas fiscales encima de la mesa. Los responsables económicos de cada país llevan semanas discutiendo cómo recuperar los límites de gasto, deuda y déficit tras la gran moratoria aplicada en la pandemia.

En abril, parecía bastante claro que el año que viene sería el de la vuelta a la senda del equilibrio y el Estado llegó a fijar el objetivo de déficit en el 3%. Pero el debate está abierto e incluso no se descarta que 2024 sea también un año de moratoria. “No hay confirmación definitiva”, aseguran desde Hacienda.

Que es lo que dijo Chivite también en este periódico: “No está claro [que vuelvan las reglas fiscales]. Parece que todo el 2024 va a ser de moratoria de reglas fiscales. Pero está todo en el aire”. Habrá acuerdo sobre este tema antes de final de año. Es el compromiso expresado por el comisario del área, el italiano Paolo Gentiloni, quien el mes pasado –en la cumbre de titulares económicos celebrada en Santiago de Compostela– reconoció “avances” en la revisión de las reglas fiscales desde una dirección interesante: la de buscar una senda de deuda “descendente”, pero sin comprometer las inversiones.

Es muy significativo porque volver a los límites de gasto, deuda y déficit supone en la práctica, para una administración como la Navarra, gastar menos y gastar distinto. Por ejemplo, durante muchos años, la creación de empleo público ha estado limitada por las obligaciones de estabilidad presupuestaria.

Aliviar el coste de la vida

Todo esto se producirá, paradójicamente, en un contexto de recaudación disparada. Los datos pasado el ecuador del año reflejaban que la Hacienda había ingresado, vía impuestos –IRPF, IVA, Sociedades...– y ajustes con el Estado, un 20% más que a esas alturas del año pasado. Algunos expertos como Paco de la Torre, inspector de Hacienda y que tuvo su pasado político como diputado de Ciudadanos, han atribuido a la inflación que se haya recaudado más. Y han señalado la paradoja de que habrá que gastar menos cuando en la caja haya más. Así que habrá que ver cómo se resuelve el tema de las reglas fiscales.

Precisamente, la inflación –el encarecimiento de la vida, en general– es algo que se va a tener en cuenta en caso de que desde el Gobierno foral se introduzca algún cambio. La negociación presupuestaria va de la mano de los ajustes fiscales, y Chivite ya ha dicho que las medidas de alivio, de haberlas, irán en esa dirección. De momento, Hacienda ha puesto en marcha un grupo interdepartamental para estudiar posibles medidas fiscales.