El mes de julio encara su recta final y los termómetros lo notan. También sube la temperatura política ante el momento crucial en Catalunya, donde se tienen que despejar las dudas durante las próximas semanas, lo que a su vez podría tener efectos en Madrid. Confluyen elementos potentes. La cuenta atrás hacia una repetición electoral, salvo que PSC y ERC alcancen un acuerdo para facilitar un nuevo Govern presidido por Salvador Illa. Las negociaciones penden sobre circunstancias delicadas. Esquerra Republicana se encuentra en situación de interinidad, con una crisis interna abierta en canal, tras un retroceso traumático, y con un partido fracturado. Con Aragonès dimitido. Con Junqueras en la retaguardia tratando de recobrar impulso para volver a liderar el partido. Y con Marta Rovira, que acaba de regresar de su exilio en Suiza, pilotando este interludio, combinando a su vez un mensaje de cariz netamente independentista mientras mete prisa al PSC (y de rebote al PSOE) para un preacuerdo antes de agosto sobre la financiación, materia que genera amplias discrepancias con los socialistas. Por si fuera poco, este mes se ha desvelado que los carteles que acusaban en 2023 al excandidato a la alcaldía de Barcelona Ernest Maragall de estar enfermo de alzheimer como su hermano Pasqual, fueron un ataque con falsa bandera, lo que por de pronto ha costado la dimisión de Sergi Sabrià, hombre de la confianza de Aragonès.
EXCEPCIONALIDAD QUE NO CESA A ese cóctel se une el regreso anunciado de Carles Puigdemont, que ha reiterado su promesa de acudir al Parlament para un debate de investidura, aunque eso le pueda costar su detención y entrada en prisión, dado que con el rechazo del Supremo a aplicarle la Ley de Amnistía, situación que podría cambiar con un pronunciamiento del Constitucional. El 27 de julio Junts tiene programado un acto donde Puigdemont podría hablar de su retorno.
En definitiva, un tablero de alta intensidad que podría tener consecuencias en el Congreso de los Diputados. De todo ello hablan en este reportaje tres periodistas que conocen muy de cerca la política catalana: Aleix Moldes (Ara), Silvia Barroso (El Món) y Camilo S. Baquero (El País), pendientes de una actualidad marcada por la incertidumbre, que va a determinar la planificación del trabajo en las redacciones de los medios catalanes este verano.
Aleix Moldes
Jefe de Política de Ara’
“Hay un enfrentamiento abierto entre Junqueras y Rovira”
Aleix Moldes (Barcelona, 1982) observa el delicado momento de Esquerra. “Tras llegar a la Generalitat, el votante se ha ido alejando de forma progresiva desde hace un año y en todos los comicios el partido ha ido perdiendo fuelle. Precisamente cuando se quería ser hegemónico, en el bloque soberanista y en el de izquierdas, y ha conseguido lo contrario, a medida que el votante ha ido perdiendo interés en el proyecto, porque no había un objetivo a corto plazo asumible. Hay votantes que incluso se les han ido al PSC”. Esta crisis, según Moldes, ha hecho que “todas las rencillas latentes explotasen tras las elecciones catalanas”. Explica que Rovira y Aragonès pretenden pilotar el partido hasta su congreso de noviembre, y han pedido a Junqueras que deje la dirección del partido, como harán ellos. “Hay un enfrentamiento abierto entre Junqueras y Rovira, y sus respectivos cuadros, que hablan incluso de ‘guerra civil’, pero hacia fuera intentan mantener la compostura”. Por ello las negociaciones para una investidura de Illa “solo conducen al desgaste de los dirigentes de ERC que las tomen”. De ahí el componente estratégico en el impás de Junqueras, cuando además la decisión ante cualquier investidura tendrá que ser avalada por las bases del partido, ahora en ebullición. Mientras, el PSC “no está haciendo sangre e intentada darle vidilla a Esquerra para que no se sienta presionada, e invista a Illa y acabe todo”. El problema principal es llegar a un pacto de financiación. A juicio de Moldes, “Esquerra se ha puesto una soga al cuello diciendo a la militancia que solo aceptará un pacto fiscal del estilo del Concierto Vasco o del Convenio de Navarra” que no van a obtener de los socialistas. Por otra parte, las concesiones que se den tendrán que ser validadas por “todos los partidos que dan apoyo a Sánchez, incluido Junts, que está reivindicando la posibilidad de tener la presidencia de la Generalitat”.
Respecto al regreso de Puigdemont, Moldes considera que “el objetivo prioritario de Junts es evitar un pacto entre ERC y el PSC, sabiendo que el independentismo no ha sumado mayoría en mayo”. Para que ese pacto no llegue a buen puerto la “principal baza” es “el retorno de Puigdemont después de siete años en el exilio”. Un regreso “masivo, pasando la frontera con los medios de comunicación y muchas personas hasta llegar al Parlament”. Su detención generaría movilizaciones, y “sería muy complicado, en teoría, que Esquerra Republicana acabase pactando con el PSC” lo que conduciría a una repetición electoral en un escenario “volátil”.
En cuanto a las derivadas en el resto del Estado, Moldes cree que “el PSOE ya ha tenido muestras suficientes de que no va a tener nada fácil la estabilidad dependiendo de Junts desde el momento en que incluso votaron en contra de la primera propuesta de amnistía”. “Es muy complicado convencer a Junts para que dé estabilidad al Gobierno de Sánchez si no tienen contrapartidas claras que ellos puedan vender ante su público”.
Silvia Barroso
Directora de ‘El Món’
“En ERC se teme que en una repetición electoral les vaya todavía peor”
Silvia Barroso (Barcelona, 1970) observa una “situación muy frágil, con los partidos independentistas mirándose de reojo”, y Esquerra en “una guerra abierta” entre dos sectores “como mínimo”, que “paradójicamente representan a las dos personas que estos años han estado haciendo piña para proteger el aparato del partido”, que son Marta Rovira y Oriol Junqueras. “Esto se ha roto, y cada uno hace campaña por su lado”.
A juicio de Barroso, Esquerra recuerda la experiencia de los tripartitos de 2003 a 2010, en especial del segundo. El de Montilla, afirma, “salió muy caro” a ERC, que en 2010 tuvo un “desastre de resultado”. Pero esta vez se teme que si se repiten elecciones les pueda ir “todavía peor”. Si facilita el Govern a Illa se examinará a cambio de qué lo hace. En esa disyuntiva “no está claro qué quiere hacer Rovira”, mientras Barroso no da a Junqueras políticamente por muerto.
Respecto a Puigdemont, explica que “una parte de su entorno le está diciendo que para qué se quiere a un president en prisión y que siga en el exilio. Pero él responde que ya no puede decir más veces que va a volver y no hacerlo, que ha dado su palabra y ya no puede incumplirla”. Barroso no descarta que las circunstancias hagan que Puigdemont finalmente no regrese, pero observa que “se ha comprometido de una manera muy determinante, y si no vuelve tendrá que explicarlo muy bien”. Si por el contrario regresa, esta periodista se pregunta quién le detendría y en qué circunstancias, si dentro de un regreso que parece plantearse como “épico, icónico o muy significativo políticamente”, en lo que se baraja como una caravana con miles de personas alrededor.
Camilo S. Baquero
Redactor de ‘El País’
“La confianza de las bases de ERC se ha dinamitado”
Camilo S. Baquero (Medellín, 1983), reside en Barcelona, y recuerda que el barómetro del CEO, el CIS catalán publicado el pasado jueves, muestra que el apoyo a la independencia de Catalunya está en el 40%, su mínimo desde que en 2015 se empezó a incluir en las preguntas, y que la comunidad autónoma es la forma de encaje preferida Catalunya-España (34%), por encima del Estado independiente (31%) y de la vía federal (22%). “Es evidente que hay un cambio dentro del mainstream de la población catalana sobre la cuestión”, constata Baquero. “El independentismo no ha muerto, sigue siendo importante”, pero hay “una sensación de cambio de paradigma o al menos de querer probar otras cosas”.
Este periodista entiende que en el regreso de Puigdemont, que le puede llevar a su detención, hay un componente “instrumental” para que el Constitucional se pronuncie sobre la amnistía, para que algo que “se podría demorar durante años, como al sentencia del Estatut” pudiese acelerarse. Cree que Junts puede jugar “esa carta sabiendo que es muy posible que esa estancia en prisión sea relativamente corta, pero que tendría un efecto muy sentimental dentro de las bases de Esquerra a la hora de votar un acuerdo con el PSC”.
Así pues, cree que la posibilidad de “bombardear un acuerdo de Esquerra con el PSC” mediante ese retorno de Carles Puigdemont es “bastante plausible, y de hecho hay voces del partido que lo aceptan abiertamente”. Sin embargo, a juicio de Baquero, aunque se habla mucho de que un acuerdo PSC, ERC llevaría a Junts casi por automatismo a dar “un golpe en la mesa y romper el Gobierno de España”, no se puede olvidar de la importancia de “asegurar la aplicación de la amnistía, y el papel de un Gobierno español presentando alegaciones cuando esta llegue a Europa”. “El independentismo es muy consciente”, dice Baquero, de la diferencia que puede suponer quién esté en la Moncloa en ese momento. “Hay una agenda común que no se puede obviar”.
Este redactor cree además que Junts, tal y como pasó con la amnistía, “a las primeras de cambio intentará montarse en la mejora de la financiación, y querrá ser el responsable o aparecer ante la opinión pública catalana como el real negociador”.
Baquero considera que el “planteamiento de ERC para alcanzar la independencia es a muy largo plazo”, y que “la retórica mágica de Puigdemont y de Junts es más fácil que cale” frente a “un ejercicio de realismo”, y de asumir la falta de fuerza necesaria para otro intento.
Sobre el escándalo de los carteles de Maragall, ahora conocido, Baquero cree que es algo “importante” y muy “bestia” a la hora de calibrar si habrá pacto de ERC con el PSC, que queda “más en el aire”, porque “dinamita la confianza que ha cimentado la comunión entre Esquerra y sus bases” y “ha dejado golpeada a la cúpula”. Aunque Rovira “no tiene nada que ver directamente”, cree que la polémica le hace perder “margen para negociar”.