Las tierras meridionales de Lapurdi son una sucesión de suaves montañas que se asoman al Cantábrico y que van aumentando en altura, paulatinamente, en dirección Este. Nos vamos a ese Pirineo dulce, de formas suaves y ondulantes, donde se agazapa una preciosa cima, guardiana de viejas leyendas y de una belleza casi extrema: el Mondarrain. 

Para disfrutar de esta preciosa e interesante cumbre debemos llegar a la localidad labortana de Ainhoa, donde estacionamos. Comenzamos caminando desde el mismo centro del pueblo para buscar el sendero de Gran Recorrido (GR-10), que sale por la zona E. de Ainhoa y que nos llevará hasta la ermita de Arantzako Kapera, o la Chapelle de L’Aubépine. Una pista de acceso restringido a vehículos va salvando el desnivel; caminamos por ella, ganando altura hasta alcanzar el precioso templo.

Junto al santuario se levantan una serie de estelas discoidales, así como un crucero y una fuente de aguas salutíferas. La leyenda, cuenta que la Virgen se apareció a un pastor, quien extrañado, exclamó: “Arantzan zu?” -¿Tú en un espino?-, algo muy similar a la que nos cuenta la tradición que sucedió con la Virgen guipuzcoana de Arantzazu.

ACCESO: Ainhoa se alcanza siguiendo la carretera D-20, desde Dantxarienena o bien desde Ezpeleta siguiendo la misma vía.


DISTANCIA: 12 kilómetros


DESNIVEL: 700 metros


DIFICULTAD: Media

Los lugareños, decidieron construir un templo un poco más abajo del lugar de la aparición. Pero, una noche, los materiales retornaron misteriosamente al lugar exacto de la aparición, algo que fue tomado como una señal y construyeron la ermita allí mismo. 

Frente a nosotros se alza el pico Erebi, cumbre de 583 metros, que podemos alcanzar fácilmente, ascendiendo la herbosa loma, abandonando las balizas rojas y blancas. La cima, que nos ofrece unas bellas vistas, forma parte del pequeño macizo de Mondarrain, cima hacia la que nos encaminamos a continuación. Descendemos enlazando nuevamente con las trazas de la GR, para llegar al collado de Hiru Gurutze. Continuamos caminando para alcanzar otro collado, llamado Zuarreta, importante cruce de caminos donde se localizan varios cromlech. Desde aquí vamos ganando altura por una suave senda bien marcada que bordea la cercana cima de Urrezti. Alcanzamos así un colladito entre esta cumbre y el propio Mondarrain, desde el que buscamos un sendero entre las piedras que nos deja en la cima de esta última montaña.

Arranomendi

La cima, de 749 metros, se denomina también Arranomendi, la Montaña del Águila, y se eleva sobre los ríos Errobi y Sarakarria. En su cima localizamos unas curiosas formaciones geológicas, de cuarcitas, erosionadas por coladas de materiales que se originaron al moverse el terreno cuando se fusionaron los hielos posglaciares. En su cima se izó una fortificación, de la que aún hoy se pueden observar restos.

Tras disfrutar del espectáculo que nos regala la cima, buscamos la conocida cueva de Mondarrain, para lo que tan solo debemos descender del casco cimero y bordear la cumbre hasta la caverna. Es la morada del gran señor del bosque, Basajaun, así como de su consorte Basandere, pero también de las lamias. En ella, encontramos una vieja leyenda:

“En una ocasión, las lamias secuestraron a un muchacho de Ezpeleta y lo llevaron a su antro de Mondarrain. Un cura acudió a la caverna para rescatar al chico, entrando en la caverna con un crucifijo en una mano y una hostia consagrada en otra, sin conseguir su objetivo. Al salir una voz dijo desde el interior de la sima

- Gracias puede dar a eso que llevas en la mano y más gracias al que llevas en el pecho, de lo contrario hubieras tenido que quedar aquí.

El chico siguió preso”.

Las lamias, son númenes femeninos, de carácter acuático, que dedican su tiempo a peinar sus largos cabellos con un peine de oro, junto a ríos, lagos, fuentes, nacederos, e incluso el mar. Muchas leyendas, como la que nos ha traído hasta aquí, nos las presentan como entes negativos enfrentadas a los humanos, en contraposición con su carácter positivo que les dan las leyendas más antiguas. En este dato, se observa una cristianización del mito de las lamias, que busca darles una pátina negativa, para alejar a las gentes del concepto benévolo de estos seres míticos.

Debemos regresar, para lo que desandamos el camino hasta el collado de Zuarreta, donde enlazamos con el sendero de Gran Recorrido que nos lleva al collado de Hiru Gurutze, nuevamente. Solo resta retornar a Ainhoa por el mismo sendero que hemos traído.