Las seis rutas más bonitas para adentrarse en el paraíso otoñal de la Selva de Irati, según National Geographic
Desde la prestigiosa publicación afirman que "es en otoño cuando pone nuestra sensibilidad a flor de piel en un deleite conmovedor, tierno y misterioso"
La Selva de Iraties, nada más y nada menos que, "uno de los hayedos-abetales más grandes y mejor conservados de Europa", tal y como así lo afirman desde la Web Oficial de Turismo de Navarra. Uno de los numerosos atractivos turísticos del territorio que deja sin palabras a todo aquel que se adentran en el bosque.
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"Uno de los hayedos-abetales más grandes y mejor conservados de Europa"
"Hayas, robles, abetos, abedules, sauces, helechos y musgos, entre otros, sirven de morada para ciervos, corzos, jabalíes y multitud de habitantes más, que aportan a este entorno una gran riqueza medioambiental", describen desde la Web Oficial de Turismo de Navarra. Un lugar del que se ha hablado en numerosas ocasiones y del que se podría seguir haciéndola sin parar. De ahí que no sorprenda que publicaciones como la revista Viajar o la prestigiosa revista de viajes National Geographic le haya dedicado unas líneas en más de una ocasión.
Xabier Bañuelos, periodista, programador y guía de viajes y consultor en comunicación social, lo ha hecho recientemente publicando el siguiente contenido: "Selva de Irati: las seis rutas más bonitas para adentrarse en el paraíso otoñal de Navarra". Y es que, con el otoño a la vuelta de la esquina, es momento de conocer algunos de los recorridos más atractivos para disfrutar de este maravilloso paisaje. Porque, "sin duda, es en otoño cuando pone nuestra sensibilidad a flor de piel en un deleite conmovedor, tierno y misterioso. Es la estación en la que la fronda se reinventa en un despliegue expresionista. Porque antes de que las hojas tapicen el suelo, la naturaleza enloquece blandiendo sus pinceles, crea nuevos tonos y matices de su amplia paleta de color y decora con ellos su lienzo vegetal", relatan desde National Geographic.
Las seis rutas "más bonitas para adentrarse en el paraíso otoñal de la Selva de Irati"
"El Valle de Aezkoa de sur a norte"
La primera de las rutas que propone Xabier Bañuelos es una que "discurre por el valle de Aezkoa atravesando la Selva de Irati de sur a norte".
"Parte de la pequeña localidad de Aribe, sigue rumbo norte, pasando junto a la Reserva Natural de Tristuibartea, cruza el pueblo de Orbaizeta, de camino a la Fábrica de Armas. Se puede subir hasta el castillo de Arlekia, ahora hay que adentrarse en el bosque junto a la Reserva Natural de Mendilatz, saliendo de nuevo al claro bajo la Virgen de Etzangio en la estación megalítica de Azpegi. Desde aquí, se puede continuar andando monte arriba hasta la cilíndrica torre de Urkulu. La ruta continua tras descender hasta el magnífico conjunto de crómlech de Azpegui para regresar al vehículo andando por la carretera. Continua hacia Iropile. Sigue hacia el este por una estrecha carretera que penetra apenas unos metros en la comuna de Ezterenzubi, en la Baja Navarra. A lo largo de 3 km, conduce bordeando el precipicio hasta un punto donde hay que continuar a pie. Un sendero que lame la ladera sobre el río Errobi termina en la cueva de Harpea", relata el autor de la publicación.
"Irabia y el corazón del bosque"
La segunda de las rutas es "la única forma de acercarse al pálpito de su fuerza antigua y salvaje. Y el corazón de Irati se llama Irabia".
En la línea con lo que comentan desde National Geographic, "es posible caminar todo su perímetro partiendo de la presa que remansó la corriente del río desde los años 20 del pasado siglo. Es un itinerario de 11 km donde sólido y líquido funden sus ondas cuando la brisa acaricia el follaje de las hayas y roza la superficie del embalse. Al rodear el contorno caprichoso e irregular del pantano, caminamos sobre una especie de inmensa corona enjoyada. El recorrido discurre cercano siempre a la orilla entrando de cuando en cuando a la fogosidad del bosque, sin grandes desniveles y llegando al mismo punto en el que tuvo inicio".
Ascenso al pico Ori
"Un clásico del montañismo en estas tierras es la ascensión al Ori. Su cumbre se levanta 2.017 m creando un balcón privilegiado sobre ambas vertientes del Pirineo", comienza explicando desde la prestigiosa publicación.
Es, nada más y nada menos que, "el primero de los dosmiles llegando del Cantábrico y su peñascoso perfil es inconfundible, socavado al norte por los desaparecidos glaciares en Atxurterria y Alüpina, y con el bosque rendido a sus pies en su cara meridional". "La más sencilla y transitada es la que parte del collado de Itürzaeta en el puerto de Larraine y alcanza la cumbre sin dificultad pasando por el Oritxipia. La otra ruta es algo más larga y severa, pero también más completa, la que nace en el collado de Tharta, en el País Vasco francés, llegando desde los Chalets d’Iraty. Ida y vuelta son 12 km a los que se suman un par de ellos más si se culmina primero el Bizkartze (1.658 m). Al llegar a Artxilondo y dejar atrás la kaiola (borda) de Organbide, con el bosque compitiendo por alcanzar la cumbre mientras se atraviesa el cresterío del Xaxpigaina (1.768 m). Hacia el norte las tierras de Zuberoa, hacia el sur, escondidos, los valles navarros de Erronkari y Salazar. Y en derredor, se suceden el rosario de montañas, que hace explosión cuando se llega a la cúspide en la misma línea de frontera: Auñamendi, Contende, Soumcouy, Mail Carnassier, Txardekagaina, Kartxila… y en un día despejado, incluso se llega a ver el Moncayo", relata Xabier Bañuelos.
El paseo de los sentidos
"Una ruta corta, sencilla y variada, ideal para realizar en familia o con grupos de niñas y niños", así describen desde National Geographic el paseo de los sentidos. "Son un par de km que siguen el curso del río Urtxuria. Antes, aparecen las ruinas del fuerte del s. XVIII conocido como Casas del Rey, situado sobre las Casas de Irati y camino de la ermita de la Virgen de las Nieves, que es donde propiamente comienza el recorrido. Desde aquí, la ruta sigue por el bosque siguiendo la senda de Akerreriko bidea. Comienza el recital de árboles con el haya y el abeto como protagonistas, pero acompañados a coro por acebos, avellanos, abedules, tilos, arces y tejos. Al llegar a la zona de Sanferminbizkarra, desciende hasta el cauce del río, que hay que cruzar mojándose los pies para continuar por su margen izquierda. Continua siguiendo siempre la pista terrera por el vallejo hasta un segundo vadeo, justo debajo de la ermita y muy cerca ya del punto de salida", explican desde la revista de viajes.
Errekaidorra
"El itinerario comienza y acaba en el aparcamiento de las Casas de Irati. Desde su interior por galerías de vegetación acompañados por el murmullo del agua, pero también desde rincones elevados de luz donde perder nuestra mirada en la densidad de su dosel forestal. Es a ratos amable y a ratos rebelde, con llaneos tranquilos y varios repechos que acusarán nuestras piernas. Pero el esfuerzo se ve aliviado por hitos como la cascada de Itsuosin o El Cubo, como el claro que se abre al cielo entre Algamearrak y Orgate, o como el puentecito de madera que cruza el Errekaidorra, la regata que da nombre al recorrido y que es tenue frontera entre los estados español y francés. El recorrido es también un viaje por la historia", explican en la publicación 'Selva de Irati: las seis rutas más bonitas para adentrarse en el paraíso otoñal de Navarra'.
Siguiendo al eguzkilore
La última de las propuestas de Xabier Bañuelos consiste en seguir el eguzkilore. "Un potente amuleto que engalana las puertas de los caseríos, y salvaguarda a sus moradores de la maldad de los númenes de Gaueko, el Señor de la Noche y las tinieblas. De ella se puede disfrutar en los paseos por Irati, donde crece en campas y prados de altura cuando el arbolado se abre en claros o detiene su avance. La ruta continúa caminando en el centro de montaña que un día ocupó la aduana de Pikatua, en la carretera que une Otsagabia con el puerto de Larraine. Desde aquí parten senderos como el exigente Koixta y el cómodo Zamukadoia, así como la cima del Abodi (1.531 m). Se trata de un recorrido circular de unos 15 km que une los senderos Cruz de Osaba y Zerillar", concluyen relatando desde National Geographic.