Menhir de Iruñarri: la misteriosa silueta humanaAitor Ventureira San Miguel
Tenemos en las montañas vascas, un buen número de monumentos megalíticos, como son dólmenes, cromlechs o menhires. Estos últimos son piedras, en pie o tumbadas, que, en muchos casos, según nos cuenta la mitología, las arrojaron los gigantes míticos desde el alto de una montaña. Hay ejemplos muy bellos, como el de Saltarri en Aralar, Mugarriaundi en la sierra de Elgea, el de Sastegi en Gorbeia, o el de Gorospil, en las cumbres labortanas. Pero hay uno que guarda muchos secretos, de esos que nos gusta desgranar pausadamente mientras nuestras viejas botas acarician la geografía insólita. Hoy descubriéremos el menhir de Iruñarri.
Para acercarnos a este megalito, aparcamos en el alto de Ezkurra, en la carretera que une las localidades navarras de Leitza y Doneztebe. Una marcada pista asciende en dirección N. que debemos seguir ganando altura paulatinamente, atajando por los senderos que surgen entre bosques y rasos. La pista traza varias curvas marcadas para llegar a la zona alta del cordal, donde la abandonamos y nos internamos en un delicioso hayedo. Ascendemos un último repecho hasta llegar a una balsa, bajo la cima de Idoia, que alcanzamos con facilidad. Sus 1.057 metros nos ofrecen una privilegiada vista de nuestro siguiente objetivo, el pico Irakurri, del que nos separa un collado. Descendemos a éste y solo nos queda subir el repecho que corona la montaña de 1.142 metros de altura.
Esta cumbre, forma parte de un largo cordal que parte desde aquí y termina en el pico Mendaur, en el extremo más oriental del mismo. Descendemos por la vertiente contraria hasta el marcado collado de Ezkain, caminando entre praderas hasta alcanzar dicho paso. En este paraje, nuestros ancestros dejaron sus huellas desde el neolítico y podemos ver varios cromlechs, monumentos compuestos por piedras hincadas en el suelo formando un círculo o un ovalo, testigos del pasado pastoril que guardan estos parajes desde tiempos ancestrales.
Ficha práctica
- ACCESO: El punto de aparcamiento se ubica en la carretera NA-170. Desde Leitza, ascendemos el puerto de Ezkurra, también llamado Usategieta, y continuamos en dirección Doneztebe unos 2,4 kilómetros. Desde la localidad de Ezkurra, siguiendo por la misma carretera dirección Leitza, conduciremos unos 4 kilómetros.
- DISTANCIA: 10 kilómetros
- DESNIVEL: 200 metros
- DIFICULTAD: Fácil
La cima de Olegiko Gaina queda al alcance de la mano y no nos resistimos a ascender hasta el casco rocoso que forma su cumbre de 1.064 metros de altura. Descendemos nuevamente hasta el collado y alcanzamos el paso de Olegi, donde se ubica una interesante zona arqueológica con varios megalitos en forma de cromlehs, dólmenes y menhires tumbados. Frente a nosotros, tenemos la última de las cumbres que ascenderemos hoy, de la que nos separa una marcada pendiente. Con calma, disfrutando del caminar, alcanzamos los 1.056 metros de altura del pico Iruñarri. Un bello buzón con la figura de un montañero junto a su perro, nos recibe y nos ofrece una dilatada vista, con cimas como Mendaur, Larrun, las cumbres de Baztan o Aralar en el horizonte.
Desde su vértice, se aprecian unas antenas a las que llega una carretera; hacia ellas nos debemos dirigir. Un hermoso camino entre los pastos llega a la pista asfaltada por la que descendemos unos metros, hasta ver el menhir de Iruñarri, a la derecha, al que llegamos rápidamente. La función que tuvieron estos megalitos, no está del todo clara. Se les han otorgado diversas finalidades. Pudieron ser mojones fronterizos que marcarían los límites territoriales de las diferentes tribus o clanes; o elementos funerarios al igual que otros megalitos como los dólmenes o cromlechs; una representación de la unión de la tierra con el cielo o símbolos de fertilidad masculina.
El menhir humanizado
Sea como sea, son muchos los menhires con los que contamos en nuestra geografía; algunos tumbados, pero varios, como éste, aún enhiesto. De hecho, es el menhir colocado de pie in situ más importante de Nafarroa. Tiene más de tres metros de altura y se elaboró con piedra arenisca para colocarlo en las laderas del monte Iruñarri.
Hasta aquí todo es más o menos normal, parecido a otros menhires de nuestra geografía; pero Iruñarri guarda un par de misterios que vamos a descubrir. El menhir fue labrado de manera intencionada para que la proyección de su sombra produzca una silueta humana, que va variando de forma y de situación según las órbitas que trazan tanto la luna como el sol. Incluso, el investigador Luis Peña afirmó que el nombre Iruñarri derivaría de Irudiarri, término euskeriko que significaría “piedra de la imagen”. El menhir está un poco inclinado, algo que, al parecer, se hizo de forma también intencionada con el objetivo de marcar el trazado de los astros del firmamento. El menhir presenta claramente cuatro caras –2 estrechas y dos anchas–, orientadas de forma perfecta hacia los cuatro puntos cardinales. Las dos caras más anchas se dirigen hacia la línea Este-Oeste, amanecer y anochecer. Sorprende la habilidad y los métodos que aquellas gentes pudieran emplear hace unos 5.000 años, según la datación que se ha hecho del megalito.
Toca regresar dejando en su feudo de cumbres verdes y magnéticas la magia de Iruñarri. Para ello, desde el monumento giramos hacia la derecha, en dirección SW., y nos internamos en el bosque. El sendero nos devuelve al collado de Olegi y de nuevo alcanzamos el de Ezkain. Evitando la ascensión a las cotas que hemos subido anteriormente, llegamos a la pista de inicio por la cual descendemos hasta el punto de partida.