El vacío existencial se presenta como uno de los grandes males del siglo XXI y es que, pese a que la tecnología proporciona estímulos constantes, se goza de una mejor calidad de vida y existe una gran libertad para que cada persona elija el camino que desee en la vida, a veces es inevitable sentirse mal.

"El vacío existencial es la experiencia emocional que sentimos cuando nos encontramos desubicados en la vida, sin rumbo ni propósito y con una crisis de valores, en definitiva, cuando no encontramos sentido a nuestra existencia", señala Aleix Comas, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

"La idea que hay de fondo es que la vida no tiene un propósito inherente y que nosotros debemos construirlo. Al perderlo o no encontrarlo, conectamos con ese vacío al que llamamos vacío existencial", añade.

Tener siempre la sensación de que falta algo, estar permanentemente desmotivado o aburrido, así como buscar satisfacciones o emociones fuertes son algunos síntomas del vacío existencial.

Definir el propósito vital

La sociedad actual obliga a las personas a definir su propósito vital más allá de convencionalismos. "El desencanto con los valores en los que habíamos creído junto a una nueva forma de relacionarnos con la información que no acabamos de comprender hace que tengamos una sensación de pérdida, vacío e indefensión que nos puede llevar con facilidad al vacío existencial", apunta Comas.

"El vacío existencial en sí mismo no es una enfermedad. Más bien es un indicador o una señal de nuestra mente, que nos informa de que necesitamos reubicarnos: parar, reflexionar, ubicarnos (dar sentido) y entonces actuar", señala el experto.

Reflejo en un espejo de una mujer con síntomas de hastío.

Búsqueda del placer inmediato

Esto no siempre es fácil y aquí entran en juego nuevas necesidades como la dependencia del refuerzo externo, la tendencia al perfeccionismo o la constante búsqueda del placer, la inmediatez, la evitación del malestar o la desconexión de las emociones propias.

"Corremos el riesgo de no saber cómo gestionar el malestar y recurrir a una búsqueda de placer inmediato que tape lo que no queremos sentir. Ese placer inmediato es pasajero y cuando se acaba volvemos a conectar con el malestar que teníamos tapado. Esto hace que necesitemos más placer inmediato y entremos en una espiral de malestar constante y una falta de sentido vital hasta llegar al vacío existencial", señala Comas.

Enfermedad mental

Llegados a este punto, pueden aparecer las verdaderas enfermedades mentales como consecuencia de un esquema de vida inalcanzable. "La ansiedad es la emoción que sentimos cuando percibimos que no tenemos recursos para hacer frente a las amenazas que puedan aparecer en nuestra vida o para controlarlas. Si nos sentimos sin control, aparece la ansiedad. El vacío existencial genera una sensación de falta de control: si no sé por qué hago lo que hago, ¿cómo podré decidir qué acciones me harán sentir más realizado", señala el profesor.

Los jóvenes son uno de los colectivos más expuestos. El modo de relacionarse entre ellos unido al elevado tiempo que pasan en redes sociales hace que no tengan tiempo para pensar qué quieren, qué sienten y qué necesitan. Con el tiempo esto lleva a una pérdida de sentido cada vez más grande que llega a generar el vacío existencial", advierte el experto.

Factores que provocan esa sensación

La desconexión emocional y la búsqueda constante e inmediata de placer, la incongruencia entre las necesidades y las conductas adoptadas, la baja tolerancia al malestar, el aislamiento social y la poca costumbre de hacer introspección y escucha personal pueden llevar a esa sensación.

Aunque nadie es culpable de sentir o padecer esas emociones que no ha elegido, sí es posible mitigar su intensidad y crear conductas protectoras para intentar prevenir el vacío existencial. Parar y escucharse a uno mismo, ser congruente con las necesidades y los valores, realizar acciones que sean importantes para nosotros o participar en actividades sociales o grupales puede ayudar.

Con estas sencillas fórmulas la sensación de vacío existencial podrá perder vigor y será posible hallar la ilusión necesaria para afrontar mejor la vida desde otra perspectiva.