¿Qué”, “¿Cómo has dicho?”, “perdona, no te he oído bien”... Frases como estas son cada vez más frecuentes en muchas conversaciones cotidianas. Y aunque al principio pueden parecer simples despistes o una forma informal de hablar, lo cierto es que, cuando se repiten varias veces al día, pueden ser el primer síntoma de una pérdida auditiva. Pero cuidado: no solo está en juego la capacidad de oír bien. También está en riesgo nuestro bienestar emocional, nuestras relaciones personales y hasta la salud de nuestro cerebro.
Desde el Centro Navarro de la Audición, especialistas con años de experiencia en salud auditiva, lo explican con claridad: “Perder audición no es solo dejar de oír bien, es empezar a desconectarse del entorno, a evitar conversaciones, a frustrarse, a dejar de participar en la vida. Y cuanto más tiempo pasa sin tratamiento, mayores son las consecuencias.”
Oír mal… ¿vivir peor?
Quienes conviven con una persona con pérdida auditiva no tratada saben perfectamente lo difícil que puede ser. Las conversaciones se vuelven tensas, hay que repetir todo, se generan malentendidos y, poco a poco, esa persona deja de mostrarse activa en su entorno. No participa, no opina, no responde. Parece “desganada”, pero en realidad está desconectada. Y esto se nota especialmente en personas mayores, donde los efectos de la pérdida auditiva son más visibles, pero también en adultos cada vez más jóvenes.
Además, en el caso de otras afecciones como los acúfenos o tinnitus (ese pitido constante en los oídos que solo quien lo padece percibe), las consecuencias emocionales también pueden ser profundas: desde problemas para dormir hasta estados de angustia, ansiedad o irritabilidad constantes.
“El ruido permanente que genera un acúfeno puede llegar a ser desesperante. Hay quienes han dejado de dormir, de salir, de vivir con tranquilidad por culpa de un zumbido que nadie más oye”, explican desde el Centro Navarro de la Audición.
La audición también entrena al cerebro
¿Sabías que una buena audición es fundamental para mantener el cerebro activo? Escuchar no es solo captar sonidos; es interpretar, reaccionar, comprender el entorno. Y si el cerebro deja de recibir estímulos sonoros adecuados, empieza a “desentrenarse”.
“Cuando el cerebro deja de recibir información auditiva, pierde agilidad en muchas funciones: desde la comprensión verbal hasta la memoria o la rapidez de respuesta. Por eso, tratar la pérdida auditiva a tiempo también es una forma de proteger nuestra salud cognitiva”, subrayan desde el centro.
Este deterioro puede ser progresivo y silencioso, por eso muchas personas no se dan cuenta hasta que el daño es mayor. En el Centro Navarro de la Audición recalcan la importancia de acudir a revisiones auditivas periódicas, especialmente a partir de los 50 años, y mucho antes si hay síntomas evidentes.
Volver a oír es volver a vivir
La buena noticia es que hay solución. Audífonos personalizados, tratamientos para los acúfenos, planes de seguimiento y rehabilitación auditiva; todo con una atención cercana, profesional y constante. Pero el primer paso siempre es querer escuchar de nuevo. “Oír bien no es solo cuestión de tecnología, es cuestión de compromiso. De querer volver a participar, a disfrutar de una conversación sin esfuerzo, a vivir sin ansiedad. Y eso es posible, con un buen diagnóstico, un tratamiento adecuado y un seguimiento profesional.”
En el Centro Navarro de la Audición lo tienen claro: cada paciente es único y su problema auditivo también. Por eso, su enfoque es totalmente personalizado, tanto en la adaptación de audífonos como en el tratamiento de otros trastornos auditivos.
¿Dices “¿Qué?” más de lo habitual? No lo normalices. Escuchar mal no es “parte de hacerse mayor” ni algo con lo que debas resignarte. Podrías estar perdiendo mucho más que audición.
Pide ya tu revisión auditiva en el Centro Navarro de la Audición. Ellos te escuchan. Y, sobre todo, te ayudan a volver a escuchar tu vida.
CPS-P00335-01/25-NA.