El 7 de julio de este año de 2022 festejamos el centenario de la Plaza de Toros de Pamplona. Ese mismo día se cumplen 99 años y un día de la primera visita de Ernest Hemingway. El 6 de julio de 1923 Ernest Hemingway, acompañado de su esposa, Hadley Richardson, llegaba a nuestra ciudad procedente de París. Era un joven periodista, no había cumplido los 24 años, que trabajaba como corresponsal del periódico canadiense The Toronto Star en la capital francesa.

Cartel de San Fermín del año 1923.

Cartel de San Fermín del año 1923. ARCHIVO

El futuro premio Nobel venía a Pamplona a presenciar las corridas de toros, espectáculo que había conocido esa primavera en varias plazas españolas, Madrid, Aranjuez, Sevilla, Ronda y Granada, y que le había entusiasmado. Sus amistades parisinas, particularmente Gertrude Stein y Alice B. Toklas, le habían recomendado que acudiera a la que le habían descrito como una de las principales ferias taurinas. Man Ray, fotógrafo norteamericano con estudio en Montparnasse, cuenta en sus memorias que le prestó una cámara y le enseñó a manejarla para que hiciera fotos. Hadley estaba en el sexto mes de embarazo del que sería su primer hijo, John Hadley Nicanor (este nombre en homenaje al torero Nicanor Villalta), y ambos pensaban que la contemplación de las corridas de toros podría tener un benéfico influjo prenatal en la valentía de su hijo. En una carta que envía a su amiga Isabel Simmons el escritor dice: “Nos vamos a Pamplona, en España, una semana a su gran feria taurina. Ojalá pudieras venir. Las corridas de toros podrían tener una fuerte influencia prenatal, ¿no crees?”.

Año 1923: Primer artículo de Hemingway sobre Pamplona.

Año 1923: Primer artículo de Hemingway sobre Pamplona. ARCHIVO

Desde el primer momento Hemingway cayó hechizado por la fuerza de las fiestas de San Fermín. “Llegamos a Pamplona de noche. Las calles estaban abarrotadas de gente bailando. La música vibraba y palpitaba. Estaban lanzando fuegos artificiales desde la plaza principal. Todos los carnavales que había visto palidecían en comparación”, escribiría en un artículo titulado “World Series Of Bull Fighting A Mad, Whirling Carnival” publicado en The Toronto Star Weekly y otros diarios canadienses el 27 de octubre de 1923, y luego retitulado “Pamplona en julio” en las recopilaciones de trabajos periodísticos de Hemingway.

Año 1923: Ernest y Hadley el día de su boda

Año 1923: Ernest y Hadley el día de su boda ARCHIVO

Desde París habían escrito para reservar una habitación en el céntrico Hotel La Perla, en el número 1 de la plaza de la Constitución (hoy plaza del Castillo). Ernest y Hadley llegaron en autobús, tras bajar del tren que les traía desde San Sebastián, para descubrir que no constaba ninguna reserva y que las habitaciones que les ofrecía la dueña eran incómodas y caras; “nos dijo con unas pocas palabras en francés y mucho vasco-español que ella tenía que hacer el dinero de todo el año en los diez días siguientes. Que la gente vendría y tendría que pagar lo que ella pidiera”. Tras discutir un rato, les ofreció a precio más razonable una habitación en un piso particular en el número 5 de la calle Hilarión Eslava, encima de la droguería y farmacia de Manuel Negrillos, y allí se alojaron. 

Año 1923: Hemingway a su paso por Madrid.

Año 1923: Hemingway a su paso por Madrid. ARCHIVO

El matrimonio pasó su primera noche pamplonesa desvelado por el ruido de tambores y txistus y de gente bailando, y al amanecer oyeron una banda militar y vieron que todo el mundo se dirigía hacia algún lugar. Siguiendo el torrente humano y preguntando qué ocurría se encaminaron a la Plaza de Toros y presenciaron su primer encierro. Consiguieron entradas para las cinco corridas de toros de aquel año a través del archivero municipal, Leandro Olivier Insausti, y años después, en Muerte en la tarde (1932), el escritor recordaría la del día 13, con toros de la ganadería de Francisco Villar, “toros ideales, tan bravos como jamás había visto antes, veloces, fieros y siempre al ataque”, para Maera, Olmos y Algabeño, como una de las mejores que había visto nunca. 

ARCHIVO Año 1923: Plaza de Toros

Acabadas las fiestas y de vuelta en París, Hemingway escribe una entusiasta carta a su amigo de Chicago William D. Horne, antiguo compañero como conductor de ambulancias en la Primera Guerra Mundial, contándole que la semana que han pasado en Pamplona ha sido la mejor que ha vivido en mucho tiempo: “Hadley y yo fuimos a Pamplona, ​​la capital de Navarra, y acabo de volver de la mejor semana que he tenido desde la guerra: la gran feria de Pamplona, cinco días de toros, bailando todo el día y toda la noche música maravillosa con tambores, gaitas, chistus, entre las caras de los borrachos de Velázquez y rostros de Goya y El Greco, todos los hombres con camisas azules y pañuelos rojos girando, saltando y danzando”.

Año 1923: Procesión de San Fermín. ARCHIVO

Tanto le gustó a Hemingway aquel “loco y vertiginoso carnaval” que volvería al año siguiente, y al siguiente, y al otro, y trataría de convencer a todos sus amigos de que le acompañaran. En total, completaría nueve visitas a los Sanfermines: 1923, 1924, 1925, 1926, 1927, 1929, 1931, 1953 y 1959. De sus experiencias en Pamplona nacería su primera novela, The Sun Also Rises/Fiesta (1926), que cimentaría una brillante carrera literaria que culmina con el Premio Nobel de Literatura en 1954. 

Se abre ahora, por tanto, la cuenta atrás de otro centenario que celebraremos el próximo año de 2023, un siglo de la primera visita de quien se convertiría en el principal propagador por el mundo de las fiestas de San Fermín. Una ocasión que bien merece que las instituciones pamplonesas y navarras, públicas y privadas, se vayan poniendo las pilas ya, sin prisas pero sin pausas, para celebrarlo adecuadamente.