• Divisa. Azul.
  • Señal. Horquilla en ambas.
  • Antigüedad. 3 de mayo de 1951.
  • Finca. Don Tello, Mérida (Badajoz).
  • Propietario. Agrícola Borja Domecq, SL.
  • Representante. Fco. de Borja Domecq Noguera.

Dentro del aficionariado taurino recalcitrante se han instalado un grupo de personas unidas en el hartazgo del encaste de la casa Domecq, como si ese apellido fuese el anatema, el mal de todo lo que sucede en la Tauromaquia actual. Puedo compartir, como cualquier aficionado más, muchas de sus exposiciones, pero no la generalización.

Cuando hablamos de Jandilla debemos retrotraernos a la casa original en 1930, cuando Juan Pedro Domecq y Díez, junto a su hermano, el tío Perico, y gracias al padre de ambos que se lanzó a este mundo del toro para promocionar sus vinos de Jerez, obtienen la ayuda de su cuñado Ramón Mora Figueroa, cuyos padres, los marqueses de Tamarón habían vendido su ganado al Conde de la Corte a la muerte de su padre.

De Ramón sale la mezcla de la compra del ducado de Veragua, toros con orígenes del siglo XVIII con aquello, que venía de Murube-Ibarra. Así nació lo que algunos creen el mal actual, cuando en realidad fue una gran genialidad, y para muchos, hicieron de aquel Juan Pedro Domecq el mejor ganadero del pasado siglo.

Ya en los años sesenta, su hijo Borja aprendía de los viejos creadores de la Feria del Toro lo que Pamplona, su encierro y la nueva reformada Monumental necesitaba. Ahí aprendió del genial Ignacio Usechi Ocón que el toro de Pamplona no se podía hacer, sino que debía nacer ya con el tipo y hechura que buscaban. En aquellos años el toro era más bien pequeño, y por eso, en cuanto aparecía un ‘hombretón’ por el campo, se comenzó a decir que era un ‘pamplono’ o ‘de Pamplona’.

Desde aquel Juan Pedro al actual Borja han pasado muchos sabios ganaderos por esta casa, pero la estela sigue siendo la misma. Las mejoras han sido en alimentación, en preparación de los animales. Pero el laboratorio sigue teniendo muestras de todas aquellas líneas, y por eso es habitual que haya de todo, como en botica se dice, en la ganadería de don Tello.

Finca excepcional de cultivo de oro líquido, donde se sigue sacando una docena de festejos mayores al año, con el toro clásico de la familia. Un toro bajo, de lomos rectos, fino de cabos, poco aparatoso, a pesar de tener que verse en la Estafeta, y pensado también para ello. Vistos en el campo nada tenía que ver los lotes de otras plazas con Madrid y Pamplona, pero en la línea de la casa de Domecq.