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Damián Sánchez Martínez: "Si me preguntan, les digo que San Fermín es una explosión de amistad y colorido"

Socio de la peña El Bullicio Pamplonés desde finales de los 70, el murciano afincado en Barcelona encadena 57 años seguidos viniendo a Pamplona y este lunes recibió un homenaje

Damián Sánchez Martínez: "Si me preguntan, les digo que San Fermín es una explosión de amistad y colorido"Iñaki Porto

San Fermín dice adiós al Alcalde de Sol. Damián Sánchez Martínez (Murcia, 1940) colgará el chaqué y el sombrero a partir de estas Fiestas después de más de 50 años bajando desde el tendido 6 al ruedo para felicitar y colocar el pañuelo a los toreros que desempeñaban una buena faena.

Socio de la peña El Bullicio Pamplonés desde finales de los 70, el murciano afincado en Barcelona encadena 57 años seguidos viniendo a Pamplona en San Fermín ininterrumpidamente. Damián conoció los Sanfermines en la Feria Mundial celebrada en Nueva York en el año 1965, a la que acudió con la tuna de Barcelona. Allí, sucedió algo que cambiaría su vida para siempre: “Estuvimos cuatro meses allí, y en la segunda quincena, llegaron al pabellón de España una serie de personas celebrando los Sanfermines con gigantes, cabezudos, etc. y nos dieron un pañuelo a cada uno”.

Ante esta peculiar estampa, Damián asegura que le impresionó “lo que podría ser aquello”. Tantas eran sus ganas de conocer esa fiesta, que en 1966 acudió a la capital navarra en San Fermín y quedó “francamente enamorado de Pamplona y de su gente”.

Ambiente en la cuarta corrida de la Feria del ToroJavier Bergasa

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Ese mismo año, fue con amigos a la Plaza de Toros y se emocionó con la “camaradería” que se respiraba allí. “Compramos una entrada arriba del todo, en andanada, y desde ahí veía que las peñas llevaban cestones con bocadillos, los repartían y pensaba que tenía que ser precioso estar ahí abajo. Se me saltaban las lágrimas al ver aquel ambiente”, relata.

Los años siguientes pudo conseguir localidades en el tendido 5 (ahora el 6) y a principios de los 70 comenzó a forjar su personaje: “Hubo comentarios de que quien presidía la corrida no podía ir en chaqué, así que yo me imaginé un personaje medio en broma medio en serio. Volví a Barcelona y encargué un chaqué”.

Al próximo año, se presentó con esa indumentaria y bajó al ruedo desde su localidad, situada encima de toriles. “Le dije al torilero si podía abrirme la puerta para poder salir. Entonces, salí y le puse el pañuelo al torero que cortó la oreja. La cosa agradó en mi peña y en la prensa me bautizaron como Alcalde de Sol. Y hasta hoy”, cuenta.

Estos Sanfermines se presentan “tranquilitos” para él “porque de vez en cuando surge algún pequeño achaque y hay que tener cuidado”. Despedirse del personaje le produce “nostalgia”, pero admite que “ya me cuesta subir y bajar al callejón”. “Incluso me dijeron que el comentarista de televisión dijo: ‘Al Alcalde de Sol ya le cuesta’”, recuerda riéndose.

Damián es algo parecido al relaciones públicas de los Sanfermines en Barcelona, donde asegura que, siempre que le preguntan, les dice que “Pamplona en San Fermín es una explosión de amistad”. “Siempre digo que es una ciudad maravillosa, preciosa y con un ambiente de colorido blanco y rojo”, añade.

Para el Alcalde de Sol, que ha corrido durante 30 años el encierro en la cuesta de Santo Domingo, “venir a los Sanfermines es meterte en un mundo de colorido, de música, de gastronomía, de amistad...”. “Algunos dicen que es una fiesta de borrachos, pero el ambiente es tremendamente positivo, amigable y precioso”, apunta.

En cuanto a la evolución de las fiestas a lo largo de los años, le llama la atención la cantidad de “gente de blanco y rojo que hay ahora”. Aunque también ha cambiado para mal: “Lo que sí encuentro a faltar es el ambiente de noche, en ese aspecto ha cambiado a peor”.

Lo que sí que se ha mantenido, en su opinión, es la pura esencia: “Es como una obra de teatro. De entrada, te llega el impacto de todo eso, del ambiente en general, las terrazas, las peñas, las sociedades gastronómicas... Cuando se le lleva a alguien por primera vez, se queda alucinado”, defiende.

En cuanto a un San Fermín sin toros, asegura que esa idea la ve “un absurdo total y absoluto. Sin toros, decaería al cien por cien lo que conocemos de los Sanfermines”.