Corría 1988 cuando los padres de Andrea López Lana abrieron una tienda de pirotecnia en Pamplona que se terminó por convertir en uno de los lugares favoritos de la cría. Ahora ella se ha convertido en la gerente del local y, desde hace siete años, es la encargada de custodiar el cohete encargado de anunciar las fiestas.
“Proporcionamos en el Chupinazo más de 30; el primero, que es el importante y luego para que prendan la mecha los concejales e invitados al Ayuntamiento.
Además de esto, el día 14 disparamos desde la plaza de los Burgos una batería de fuegos artificiales”, ha explicado. Aunque trabajar el 6 de julio se está convirtiendo en una tradición para ella, este año se ha encontrado más nerviosa que de normal como consecuencia del tiempo: “El agua y la pólvora no son buenos amigos”, ha comentado. Por eso, Andrea ha deseado que en el momento en el que dieran las 12.00 “no llueva para que empiece la fiesta”.
Y así ha sido. Ha colocado el primer cohete para que Duguna lo lanzase y, en cuanto sonó el estallido, Andrea ha suspirado tranquila. Un año más, se mantiene como la mejor guardiana para el Chupinazo.