La primera noche, y para la gran mayoría la más larga de las fiestas, llegaba a su fin. El sol empezó a salir y el cielo clareaba. Pero las calles de Pamplona seguían igual de llenas la madrugada del 7 de julio. La jornada del día del Chupinazo estuvo caracterizada por una gran afluencia de gente, y la noche no se quedó atrás. Por las calles seguía habiendo muchos rezagados con pocas ganas de volver a casa y muchas de seguir callejeando y disfrutando.

Fue una noche marcada por el concierto de Izaro en la Plaza del Castillo, el DJ Javi Sánchez de Europa FM en la Plaza de los Fueros y la música por todas las calles del casco antiguo de la ciudad. Las Dianas, el conjunto de pasacalles mañanero, también albergó a los más madrugadores, o tal vez a los más parranderos. Esta larga noche veía su fin con los mozos y mozas que iban a correr el primer encierro de este año.

Una máquina limpiadora, tratando de pasar por la plaza Consistorial. Unai Beroiz

Pero además de estos valientes, hubo quienes también tuvieron que esforzarse. Los empleados de limpieza de la ciudad, que empezaron su labor a primera hora de la madrugada, tuvieron que retirar la basura acumulada de toda la jornada. Estos trabajadores hicieron frente a un amontonamiento de desechos en todas las calles céntricas de la capital navarra. En especial, se tuvieron que centrar en calles como Mercaderes o Estafeta, para que se pudiera disfrutar de un encierro sin obstáculos.

LABORES DE LIMPIEZA

Pero mientras la juerga seguía, los limpiadores ya habían empezado su trabajo. La multitud dificultaba el tránsito de las máquinas limpiadoras que costosamente lograban hacerse hueco. Una de ellas trataba de cruzar la Plaza del Ayuntamiento, y la escena recordaba a una especie de encierro donde los toros se transformaban en la máquina barredora.

Jóvenes, corriendo en Santo Domingo y a su lado, un público expectante detrás del vallado. Javier Bergasa

Los contenedores rebosados, basuras por todas las esquinas y el suelo pringoso. Esta era la estampa principal a pocas horas de que empezara el encierrico protagonizado por la ganadería gaditana de La Palmosilla. Jare Gainza, joven que en ese momento volvía a casa, aseguraba que “hay calles por las que no se puede casi ni pasar por la cantidad de basura que hay”. Y es que los contenedores tampoco eran de gran ayuda, ya que no entraba nada más dentro de ellos. Sin embargo, parece que todo este esfuerzo mereció la pena, ya que Rebeca Ochagavía, que fue a ver el primer encierro, se encontraba sorprendida “con el cambio que ha habido de ayer a hoy. Las calles están muy limpias y se puede pasar perfectamente por ellas”, afirmó.

AMBIENTE INMEJORABLE

La primera noche, por lo general, fue insuperable. Se podía disfrutar de una mezcla de gente de diferentes países, y no era raro oír hablar en lenguas extranjeras. Poco antes de que el cohete que daba salida a los toros fuera lanzado, las calles se llenaban de nuevo. Personas que todavía no había pasado por la cama, hecho que era evidente sólo con ver sus ropas “rosadas”. Pero poco a poco se empezaba a ver gente con mejores caras, más descansados. Empezaron a llegar algunos corredores. Otros muchos iban a la Plaza de Toros, otros iban a disfrutar de un desayuno típico con churros. Mientras tanto, la música en calles como Jarauta o Santo Domingo seguía siendo una constante. Lo que sí compartían todas estas almas de casa o de fuera era la expectación por el primer encierro y el inicio del día grande de estos Sanfermines, el 7 de julio.

Pero este buen ambiente también tiene su cara negativa. El año pasado se recogieron 326 toneladas de residuos y para ello se necesitó un operativo municipal de casi 300 personas y 70 máquinas. Pero la ciudadanía también puede cooperar en esta acción, ya que pasarlo bien y tener respeto hacia los servicios de limpieza es más que compatible.