Los que conocemos al burladés Joseba Goyeneche sabemos que la afición por los gigantes le viene de familia. Sus primos y su hermano mayor Pablo han formado parte de esta tradición, primero con los gigantes de Burlada y, después, en la comparsa de Pamplona. Joseba, que admiraba a esos seres cósmicos e inconquistables desde que iba en silleta, forma parte de una familia que tiene mucho de apego a nuestra cultura y a nuestras fiestas pero también mucho de compromiso social, de regalar fantasía e ilusión a esos txikis tan sobrecargados de estímulos digitales y diversiones materiales.

Mucho de regalar a los chavales, d e diferentes estratos sociales o culturales, planes sanos para sus mañanas o tardes de vacaciones, de jugar en la calle, de bailotear al son de la música y de compartir momentos. Puede que hasta de olvidar sus problemas de niños y niñas.

Así es como se hizo pueblo y vecindad en un Burlada dormitorio. Con chavales que seguían a gigantes y cabezudos por las calles, que les hacen rabiar y que crecían con ellos... Que se lo digan si no a Iñaki, Mintxo o Diego Azanza. Joseba se sube desde hace cuatro años a la altura de su rey europeo porque sabe que ahí se esconde miles de sueños. Y a él le gusta esa magia. Es el comandante del cortejo real de Iruña –desparpajo y corazón no le faltan a su corona– donde están representados los diferentes continentes. Sabe que detrás de ese esqueleto de madera hay, como lo tuvo él, muchos deseos que hacerse realidad.