Toca volver, septiembre es así. No es esta una vuelta más. No lo es porque tenemos la sensación de que hay lugares de los que no nos hemos ido, que no podemos ni queremos hacerlo. Lugares que viajan con nosotras, como Palestina porque no se puede silenciar el grito que exija el final del genocidio que está cometiendo Israel. En Gaza en esta vuelta no hay niños con mochilas a la espalda de regreso a clase, allí muchos niños se mueren de hambre, otros mueren en los ataques, algunos juegan en los escombros y miles se ven obligados a abandonar junto a sus familias lo poco que les queda en la tierra que es su hogar.
Las movilizaciones se extienden y eso es bueno, porque por fin parece que esta sociedad se moviliza. Pero nada frena a Israel. Y ante esta angustiosa realidad todavía hay personas y posicionamientos políticos que siguen atacando los derechos de los palestinos. Allí esta Ayuso, provocadora como siembre, jugando una vez más con las vidas de miles de personas. Prohibiendo que en los colegios se exhiban banderas palestinas o que se hable en la aulas de lo que está ocurriendo en Gaza.
La educación es y será siempre la mejor aliada contra las guerras, una poderosa herramienta de paz junto a la cultura. Por eso la atacan. Palestina y el genocidio tiene que llegar a las aulas y las reivindicaciones de paz a los colegios, porque de eso va educar, de crear personas criticas, comprometidas con los demás, que respeten los derechos humanos y no se callen ante las injusticias. La bandera de Palestina no es hoy una bandera política, es un gesto de apoyo, de humanidad, de rechazo a las atrocidades que se están viviendo en Gaza. Esta no es una vuelta más. Tras la vuelta a España, la vuelta al cole y la revuelta en las aulas contra el trumpismo madrileño de Ayuso. Por suerte hay otras formas de entender la educación. Al menos por aquí.