Suena el cohete, la plaza revienta y en el zaguán de la Casa Consistorial se preparan para su momento. Un hervidero –todavía contenido– en el que conviven agentes de Policía Municipal y un ejército de músicos; txistularis, gaiteros y La Pamplonesa. A puerta cerrada suena la Biribilketa, preámbulo de una de las imágenes más poderosas de San Fermín. El Ánimo pues ante un gentío cantarín: “Si no tienes un duro, no te hace caso nadie...”.

Alrededor de 60-70 agentes de Policía Municipal, a puro sudor y aguante, le hacen hueco a la fiesta en la plaza del Ayuntamiento. Un cordón policial en el que quizás no se lancen a cantar “rumba la rumba la run”, pero que disfrutan como el que más. “Me encanta. Es uno de los momentos más bonitos de Sanfermines. Es complicado porque hay mucha gente y hay que abrir paso, pero la gente nos respeta”, reconoce Antonio Sánchez, jefe de Policía Municipal de Pamplona.

Lo más complicado es la salida: “La plaza está a reventar y hay que abrir un espacio bastante grande. Una vez que ya tienes los dos laterales abiertos y ese hueco en el medio, se trata de aguantar, mantener y ya está”, reconoce tras un despliegue que se prolonga durante 40 minutos.

“Es duro, son muchas filas de gente las que te empujan, y nosotros somos una. Hay que hacer esfuerzo”. Por eso, se muestra agradecido a sus compañeros: “El trabajo que hacen estos días es espectacular. Hay mucha implicación, muchas ganas de que salga todo bien y mucho esfuerzo. Chapó y un 10 para todos”, dice.

Por último, hace un llamamiento a la gente para “que disfrute de las fiestas con tranquilidad y alegría. Y sobre todo en un ambiente de convivencia, de tolerancia y de respeto. Son las mejores fiestas del mundo, y así seguiremos avanzando”, afirma.

“Es uno de los momentos más intensos pero también más emocionantes para todos los agentes de Policía Municipal de Pamplona. La ciudadanía colabora con nosotros. Y es muy bonito”, explica por su parte una agente. “La mayoría de nosotros nos lo pasamos bien. Es duro, largo, hace muchísimo calor... pero merece la pena”, confirma una compañera. 

Para Juan ha sido la segunda salida a la plaza tras el cohete. Es “un momento único, una experiencia que siempre vas a recordar. Sobre todo cuando abren las puertas y ves a toda esa gente con esa felicidad y esas ganas de empezar la fiesta... Todos los que estamos trabajando aquí tenemos muchísimas ganas de ese momento. Y hay que estar ahí dentro para sentir esa alegría de la gente, el calor y las ganas de que empiecen las fiestas”, asegura. Reconoce que también hay “mucha tensión, sobre todo porque todos lo queremos hacer bien, que salga lo mejor posible y que los gaiteros puedan tocar en perfectas condiciones. La plaza tiene el tamaño que tiene, hay muchísima gente y la única manera de hacer hueco es empujar. La gente lo sabe y nos ayuda”.