vivía con su padre Juan Martín y su hermano Álvaro, cuatro años menor que él, en la Rochapea, en plena avenida Marcelo Celayeta. En este barrio de Pamplona había ido formando su cuadrilla, como en el resto de la ciudad, aunque actualmente trabajaba en el polígono de Areta, en Huarte. Había cursado estudios de técnico en Informática de Gestión en Salesianos y llevaba ya cuatro años como empleado de la empresa Metálicas Zuher, dedicada a la fabricación de elementos metálicos.

Aunque no estaba federado, Arturo García Morodo era muy aficionado a la montaña, pasatiempo que compartía con sus amigos. La ascensión que habían planificado ayer no era excesivamente compleja. El día era excelente para disfrutar de la naturaleza, pero una placa de hielo y un desgraciado resbalón de conjugaron para truncar sus planes de la manera más trágica. La peña Ezkaurre, no en vano, era una de las cimas que Arturo ya había ascendido en otras ocasiones e Isaba era una de las zonas a las que solía acudir con frecuencia, tal y como recordó ayer su padre. "La montaña era su pasión", resumió.

Soltero, pero con novia, hace unos años, estuvo trabajando una temporada en Londres y además de la montaña, dos eran sus grandes pasatiempos. Por un lado, el fútbol y Osasuna, y por otro, la música. Arturo era el cantante y guitarrista del grupo Hotz, nacido en 2003 e integrado también por Goku (batería), Txotxe (guitarra) y Al (batería). El pasado 10 de junio, como recogió el suplemento El Camaleón de este periódico, presentaron en las txoznas de la Rochapea las canciones de su primer larga duración (Los huevos).

Su afición por la música le llevó a aprender a tocar la guitarra de forma autodidacta. Durante el año pasado, y de la mano de Hotz, Arturo pudo actuar en la pasada edición del Nafarroa Oinez y tocar en Barañáin, Lekunberri e, incluso, en Zamora. Descanse en paz.