Lejos de amilanarse por la lesión medular que sufrió, esta joven vecina de Doneztebe, que contaba con 22 años de edad en aquellos momentos, se armó de coraje para vencer el infortunio que se cruzó en su camino.
Además de luchar por normalizar su vida después de aquel fatídico día, que resume como "un cúmulo de fatalidades", Haizea comparte su experiencia cada semana con los alumnos que asisten a los cursos de sensibilización y reeducación vial. El objetivo es mentalizar a este colectivo de conductores de los peligros que entraña la carretera si no se observan las mínimas conductas de seguridad al volante.
"Mi vida antes del accidente era totalmente normalizada. Estaba estudiando 2º curso de Terapia Ocupacional en Salamanca". A Haizea no le gusta revivir su accidente. Ni siquiera lo cuenta en las charlas que ofrece en los cursos de recuperación de puntos. "Estuve 15 días ingresada en el Hospital de Navarra, donde me operaron. Los médicos me dijeron que tenía dos opciones, o ir al Instituto Guzmán a Badalona, o a Toledo, los dos únicos centros de rehabilitación en España. Fui a Badalona y allí estuve seis meses", relata.
Haizea asumió, día tras día, su nueva situación. "Al principio no eres consciente de que te ha cambiado la vida. Mis padres, los médicos... todos fueron contándome qué me había pasado. Además, vi que iba pasando el tiempo y que no me ponía bien". Las actividades cotidianas pasaron a ser retos de aprendizaje. "Hay muchas cosas que no puedes hacer. Tuve que aprender a hacer las cosas como estoy ahora, es decir, en silla de ruedas: vestirme, plegar la silla al subirme al coche, conducir...".
mentalidad positiva
"Ni me acuerdo de la silla"
A pesar de las dificultades que afronta diariamente, la mentalidad positiva de Haizea salta a la vista desde el primer momento. "Yo no veo mi silla de ruedas. Ni me acuerdo de ella. El resto de la gente que me conoce también se olvida de ella. Y quienes me conocen por primera vez sí se fijan, pero luego no le prestan atención", resume. La silla de ruedas tampoco fue un impedimento para que Haizea regresase a Salamanca para acabar los estudios universitarios que había iniciado antes del accidente.
Cada semana, aprovecha la oportunidad que le brindan los cursos de sensibilización y reeducación vial para concienciar a otras personas de los peligros que una conducción imprudente puede ocasionar. "La gente no es consciente de que les puede pasar una cosa de éstas. Siempre piensas que le va a pasar al vecino", resume.
No sólo a ella, sino también a su entorno les cambió la vida aquel 22 de diciembre. "Hay una interrupción en tu vida, pero luego se llega a un punto de normalidad. Intentas hacer todo normal, incluso conducir, aunque si voy de copiloto no voy igual de segura que si voy yo conduciendo", admite Haizea, que durante sus charlas recuerda a los conductores que están en proceso de recuperación de puntos la "multitud de barreras arquitectónicas" con las que se topa diariamente como "malas adaptaciones que provocan que te caigas, rampas con mucha inclinación, baños mal adaptados...".
Haizea incide en que "hay que tener cuidado en la carretera, porque se pueden crear situaciones muy complicadas, como la mía. Por eso hay que ponerse el cinturón de seguridad, controlar la velocidad, conducir sin beber alcohol y sin tener sueño, poner los reposacabezas a la altura idónea... Yo tengo una amiga que se quedó tetrapléjica por no tenerlo bien puesto", recuerda, y admite que "es más impactante que diga yo que hay que ponerse el cinturón, que lo diga un profesor de autoescuela".