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Trenes: la imprudencia genera riesgos al cruzar la vía

Averías en las barreras o vecinos que rompen las verjas para ahorrar unos minutos son los mayores peligros

Trenes: la imprudencia genera riesgos al cruzar la víaFoto: patxi cascante

El desgraciado accidente que se cobró la vida de las alsasuarras Garazi y Naiara el pasado fin semana en Olazagutía ha reabierto el debate sobre los riesgos que suponen los pasos a nivel y las vías del tren, tanto para los peatones como para los vehículos que deben cruzar las vías. La seguridad ha aumentado en los últimos años y se han instalado vallas de alambre en muchos puntos que antes eran peligrosos, pero a pesar de ello, las acciones de algunos vecinos que rompen esas verjas para ahorrar unos pocos minutos, o las averías ocasionales de las barreras de seguridad de los pasos, provocan algunos sustos evitables.

En la comarca de Pamplona hay varios puntos por donde peatones o vehículos están obligados a cruzar las vías aunque hay otros lugares, en los que antes se cruzaba, que han sido vallados para evitar riesgos innecesarios y reducir el número de accidentes que la falta de atención puede provocar. En la capital navarra, desde la construcción del pasadizo subterráneo que une los barrios de San Jorge y Buztintxuri y la colocación de vallas de seguridad en el perímetro de las vías, los siniestros en la zona han desaparecido al igual que los riesgos. "Hasta hace dos o tres años era muy peligroso, pero con este paso se han mejorado mucho las comunicaciones a pie", comenta un vecino de San Jorge que lleva más de 40 años en el barrio.

El cruce de Berriozar es especialmente transitado, principalmente por vehículos, ya que se encuentra en la arteria básica del municipio. Según los vecinos, "nunca ha planteado problemas graves", excepto las averías que se producen "cuatro o cinco veces al año" aunque, según informaron, "son resueltas el mismo día que se producen con bastante celeridad".

Etxabakoitz

Vecinos imprudentes

En el barrio pamplonés de Etxabakoitz sufrían una situación similar a la de San Jorge. Aquí, en vez de construir un paso subterráneo, se habilitaron unas escaleras que dan al puente que atraviesa la vía. Esto, unido a las verjas de alambre que se colocaron hace tres años, otorgaba mayor seguridad a los vecinos. Sin embargo, algunos de ellos han decidido que esos escasos minutos que pierden valen más que su integridad física y han optado por romper la valla y abrir de nuevo un paso a través de los raíles.

El punto carece de señalización, y la única referencia que tienen los peatones que lo atraviesan es su oído porque el corte se ha realizado en una curva que impide la visibilidad. "Hará un año que veo pasar gente por abajo a raíz de que algún vecino partió la verja", informa Blanca Esther Aguirre, que regenta un estanco en la zona. "Me acerqué hace unos días para ver por donde cruzaban y vi que alguno de ellos se había cargado las vallas", señala Aguirre.

Hasta hace tres años, el Camino de Santiago atravesaba las vías en el tramo que va de Cizur Menor hacia la Universidad de Navarra. El riesgo que corrían los peregrinos era latente ya que la señal aún presente que rezaba El tren no se oye, avisaba del peligro. De hecho, hace unos ocho años, Alfonso Más, sufrió un percance en esa zona aunque afortunadamente no hubo que lamentar consecuencias graves. "Solía ir andando hasta Badostáin y, por no cruzar por el puente, alcorcé por unos campos sembrados y salí a parar junto a las vías", relata Más. "Seguí caminando junto a los raíles y, de pronto, llegó un tren sin que me diese tiempo a reaccionar", prosigue. "Me puse de espaldas, me agaché y me hice una bola, pero la velocidad que llevaba y el viento que generó hacían una succión que me arrastraba al tren. Parecía que me tragaba, pero por fortuna pasó y en cuanto pude me alejé de las vías", cuenta Más. La construcción del carril bici y peatonal por el puente superior redujo el peligro pero alguien ya se ha encargado de, al igual que en Etxabakoiz, romper la verja que cierra el cruce por las vías.

esquíroz

Prohibido autobuses

Esquíroz es otra localidad de la comarca de Pamplona por la que pasan los trenes. No es un cruce especialmente conflictivo y está perfectamente señalizado, aunque los tranvías cruzan el pueblo a 135 km/h según marca la señal colocada a pocos metros del paso a nivel. Otro rótulo deja bien claro que ni autobuses ni vehículos de más de 3,5 toneladas deben girar hacia la izquierda. Sin embargo, en junio del pasado año, un autobús que transportaba 42 niños y 10 monitores trató de cruzar camino de la granja escuela de Esquíroz.

Como recuerda Ignacio Monreal, vecino de la localidad, "la curva es muy cerrada, el bus iba recto y entró mal para girar, se quedó atascado y las barreras bajaron cuando estaba en medio". Si las vallas tienen algún percance, la incidencia llega directamente a la central, que informa a cualquier maquinista que tenga que pasar por allí para que detenga su marcha hasta que no se solucione el problema. "Paró a pocos metros del bus y al final no pasó nada pero los chavales se llevaron un buen susto", señala Monreal.

En el pequeño municipio de Izurdiaga hay algunos inconvenientes, principalmente con las frecuentes averías que sufren las barreras. Hace algunos años, un guarda se encargaba del mantenimiento del paso pero ahora ya nadie lo hace desde la colocación de unas barreras que pueden controlarse desde la central. "Hace tiempo había dos personas, el jefe y el guarda, que se encargaban de controlar la zona y subían y bajaban las barreras con la manivela", comenta Gerardo Brun, propietario de una empresa de forjas del pueblo.

Aunque actualmente no hay mucha densidad de tráfico, hasta hace cuatro años el trasiego de camiones era continuo debido a que para acceder a la cantera de Oskia era obligatorio pasar por allí. "Desde algún tiempo que no se pasa mucho por aquí pero antes era constante el ir y venir de camiones que acudían a las minas", relata Brun.

El mayor inconveniente de este paso es que, cuando se estropean las barreras, no se quedan bajadas como en otros puntos sino que se mantienen alzadas. Este hecho genera un grave peligro ya que, durante el tiempo que están estropeadas, los vagones siguen pasando mientras los coches o peatones que cruzan no tienen ninguna señalización que se lo indique. "He avisado varias veces y, aunque son bastante rápidos, tienen que venir desde Alsasua y les cuesta una hora y media. Mientras, los trenes siguen pasando y algún susto ya ha habido", apunta Brun.