“Un papa discreto, sencillo y muy trabajador. Tiene determinación y trabajo en equipo”, destaca el cardenal y obispo de Ajaccio (Córcega) Francisco Javier Bustillo, nacido en Arre, y uno de los que 133 papables que eligieron el destino del nuevo pastor de la Iglesia. El papa León XIV es de origen norteamericano pero aporta un perfil “internacional” a su labor ya que ha trabajado en misiones en Perú y representa la imagen de “apertura” de la iglesia, sus “diferentes fronteras”, el descubrimiento y puesta en valor de “nuevas culturas”, así como la continuidad con la línea marcada por el papa Francisco de la que destaca especialmente su acercamiento a los más necesitados. “Hemos elegido al papa que nos parecía mejor y estamos satisfechos”, remarca.
Misionero agustino
Recuerda también que Robert Francis Prevost fue nombrado cardenal por el propio papa Francisco y, como misionero agustino, una orden que por otro lado ha tenido además “un papel relevante en Navarra”, lo define como un “pastor” que desciende de San Agustín cuya vida se caracterizó precisamente, subraya, por un proceso de “conversión” -al pasar de una vida mundana a abrazar la fe cristiana y dedicarse a la teología y la filosofía, destaca sobre el carisma agustinano. Prevost entró en la orden con 17 años, fue superior de la orden en dos ocasiones, obispo de Perú y fue capaz de administrar una diócesis en crisis. Aporta por tanto, incide, vocación pastoral, “compromiso” con la comunidad y una gran capacidad de trabajo en equipo ya que se le han pedido muchos retos, también dentro de la Curia romana, y ha sabido llegar hasta el final para resolverlos.
Momentos emocionantes
El cardenal Francisco Javier Bustillo destaca por otro lado dos momentos emocionantes de este cónclave vivido en Roma. En primer lugar, la oportunidad de estar en la Capilla Sixtina bajo los frescos de Miguel Ángel sabiendo que “tantos papás nacieron en este lugar, con este patrimonio tan increíble”, y el segundo fue el ritual en el que el nuevo papa sale al balcón de la basílica de San Pedro y comprobar que hay 150.000 personas esperando en la plaza de San Pedro junto a toda la “atención” que ha acaparado este cónclave en las diferentes televisiones y medios de comunicación.
“Ese apoyo del pueblo que necesitamos y al que nos abrimos, es el que nos da la verdadera autoridad, y la verdad es que fue muy reconfortante lo vivido tras la fumata blanca, ese recibimiento popular ha transmitido mucha energía y ánimo a todos los cardenales y al nuevo papa”, recalca. Al pasar además a tener un papa argentino y ahora uno americano se ha dado un paso adelante, “hemos descentralizado un poco el poder y hemos salido de un cierto eurocentrismo”. Un avance que también demuestra el avance en la influencia de las comunidades del sur y de de Norteamérica.
Subraya también la “responsabilidad y madurez” del cónclave al lograr un acuerdo en menos de 24 horas en un encuentro en el que, aseguró, “hemos podido crecer juntos en la búsqueda de un consenso por un bien común”.
Respecto al papel del nuevo papa destaca que en una sociedad occidental donde predominan los valores del “poder y el tener” se hace necesaria más que nunca una Iglesia que apele a la espiritualidad y a valores que realmente “satisfagan y den sentido a las personas”.
Marco geopolítico
Preguntado por su influencia en el actual marco geopolítico internacional y ante el gobierno de líderes políticos como Trump que tratan de dejar impronta personal, responde que el nuevo papa puede jugar un papel importante como pacificador en un mundo donde domina “mucha violencia y la crispación”. “Es el carisma de la Iglesia que no aspira a un poder político sino a tener una influencia espiritual, y en este sentido no hay que olvidar que León XIV mencionó cinco veces al menos la palabra paz en su primer discurso”, revela.
Considera por otro lado y a preguntas de este periódico que el camino iniciado por el papa Francisco para dar un mayor peso a la mujer en el gobierno de la Iglesia no puede dar marcha atrás. “En mi diócesis contamos con muchas mujeres catequistas que transmiten la fe y que crean puentes con familias y comunidades; es muy importante que tengan un espacio relevante en la Iglesia”, señala. La Iglesia católica vive además un movimiento de “esperanza, entusiasmo y confianza” que aportan tanto hombres como mujeres, y que hay que aprovechar, asume.