pamplona. "Buscamos justicia y, para encontrarla, si hace falta hipotecaremos nuestra vida. Pero vamos a llegar hasta el fondo de este asunto, hay muchas cosas que no se hicieron bien desde el principio", asegura Oskar Valencia, abatido junto a su mujer Moli Felipe Alcalá por la pérdida de su único hijo.

La familia considera crucial las respuestas que pueda ofrecerles la autopsia ya que existen muchos interrogantes sobre las consecuencias fatídicas del golpe de calor que sufrió y que le provocó un fallo multiorgánico. "Una vez en la UCI no reaccionó ante ningún tipo de medicación. Le metían la máxima dosis, incluso más que para un adulto, y no respondía ni con un atisbo de reacción. Y eso les extrañó mucho a los propios médicos", subraya el padre.

Como se recordará, el pequeño Asier participaba en un campamento que organizaba la Federación Sinar Zubi con otros 39 chavales de 9 a 11 años. El domingo 26 de junio, por la mañana, durante una salida a las Peñas de Egino, el chico empezó a encontrarse mal hasta el punto que se desvaneció en pleno descenso. Su estado todavía se agravó más por la tardía atención médica que recibió. Cuando Asier fue trasladado por uno de los monitores en un vehículo desde el monte al centro de salud de Salvatierra, tuvo la mala fortuna de que en este centro médico "no había ningún facultativo y únicamente estaba la administrativa. Sólo había un médico de urgencia ese domingo para toda la provincia de Álava, salvo la capital. Y justo cuando llamaron para la urgencia de mi hijo, el médico se había dirigido a la otra punta de la provincia a otra urgencia. Fue un cúmulo de fatalidades, pero seguramente si ahí hubiera habido un médico nuestro hijo estaría ahora aquí", reprocha Oskar. Ante la ausencia de médico, el monitor trasladó al niño en el vehículo hasta el encuentro con una ambulancia que salió a por él para llevarlo al hospital vitoriano. "Cuando le cogieron en la ambulancia, tenía una temperatura de 43º. Nadie salvó él sabe lo que tuvo que sufrir hasta encontrarse en esas circunstancias".

un chico todo bondad La semblanza que trazan sus padres de Asier se corresponde con la de un chico lleno de amor y bondad. "Era todo corazón. Para mí era como un hombre pequeño", le recuerda su madre Moli. Ella y su marido afirman que no quieren "ni un céntimo de dinero. Lo único que queremos es que quien haya hecho mal su trabajo pague por ello. Sentimos una impotencia terrible. Asier empezó a sentirse indispuesto desde que comenzó la subida al monte. Pensarían que era una broma, pero él ya se quejaba entonces y hubiera sido mejor que diera marcha atrás, hubo muchos momentos para hacerlo. Mi hijo estaba pidiendo ayuda a gritos. Era un niño que no estaba acostumbrado a hacer ejercicio y viendo el calor que hizo ese domingo lo correcto hubiera sido más sentido común. Asier, en la propia subida al monte, no hacía más que decir que no era su día, que no se sentía bien, que avisaran a sus padres, pero no le hicieron caso. Esa excursión era eliminable del calendario, podían haber hecho cualquier otra actividad en el campamento o dejarle con un monitor como se quedó otro niño que sufría un esguince. Al empezar a bajar se empezó a quejar más fuerte y ya llegó lo peor".

La familia del niño chantreano desea aclarar que una semana antes de que comenzara el campamento les hicieron entrega a los monitores "de una lista con todos los medicamentos que tomaba. Conocían todas las pautas que requería para ingerirlo" y agradecen el esfuerzo de todo el personal del hospital vitoriano y del monitor que "se dejaron todo para salvar a mi hijo".