La búsqueda del tesoro del siglo XXI llega a Pamplona. En esta versión digitalizada del histórico trabajo de piratas, son los ciudadanos quienes protagonizan las misiones y, para alcanzar su objetivo, solo necesitan, al igual que antaño, un mapa: el del GPS.
El geocaching, una práctica muy extendida a nivel mundial, tiene cita en Pamplona. Todo el que quiera asistir al encuentro, que tendrá lugar el próximo 30 de junio a las 17.30 horas, tan solo debe encontrar el lugar que corresponde a las coordenadas N 042º 48,560'; W 001º 40,019'. Pero para los aficionados, explican Fermín Yuba y su mujer, Adela Azaba, dos geocacher experimentados, ahí va una pista: "el lugar de la cita está frente al polideportivo del Colegio Teresianas de Hermitagaña". El objetivo del Primer Geocervecitas de la ciudad de Pamplona es informar sobre esta afición a todo aquel que esté interesado en el tema y, de paso, conocer a otros geocacher de la zona para organizarse y esconder los tesoros en diferentes lugares de la Comunidad Foral.
La dinámica, es sencilla. "Lo primero que debes hacer es inscribirte (gratuitamente) con un seudónimo en la página web Geocaching.com y agenciarte una unidad de GPS, un dispositivo electrónico que puede determinar la situación de un objeto dentro de un margen de 1-10 metros en el planeta, o descargarte la aplicación para el móvil", explicó Yuba, alias, Nervil&trule. "Una vez que tienes el dispositivo puedes empezar a participar activamente en el juego escondiendo un caché en el lugar que desees para luego registrar sus coordenadas en la página web Geocaching.com de modo que otros puedan encontrarlo", afirmó.
Los cachés son objetos de poco valor escondidos dentro de un contenedor, generalmente un tupperware o algún otro recipiente camuflado con forma de piedra, tronco, caracol... Cualquier cosa vale: desde una canica, hasta un lápiz. Generalmente suelen ir acompañados por una libreta o logbook donde los geocacher pueden firmar tras descubrir el tesoro y, si es de su agrado, quedárselo, "pero siempre dejando algo a cambio". "Si nos quedamos con el objeto que encontramos es muy importante dejar otro en vez para quienes lleguen después de nosotros. Yo siempre llevo mi bolsa de cachés encima para poder reemplazar un objeto cuando sea necesario", señalo Adela Azaba.
Esta pareja navarra se aficionó al geocaching hace unos años y, desde entonces, han colocado 66 cachés en toda Navarra. "Los lugares escogidos no son arbitrarios, sino que ocultamos los objetos en sitios especialmente bonitos o de interés cultural para que, quienes los busquen, conozcan de paso los rincones de Navarra", explicaron.
Desde el Castillo de Olite, el parque de la Media Luna de Pamplona, Yamaguchi, la Ciudadela, la Selva de Irati o el alto de la Peña de Unzué. En todos estos lugares hay un pequeño recipiente camuflado debajo de un árbol, entre los setos o en el interior de un cubículo que aparenta ser una piedra.
En todo el Estado hay más de 10.000 cachés escondidos y, a nivel mundial, los pequeños tesoros han pasado de un millón a dos millones en el último año. "A través de la página web Geocaching.com se puede ver qué cachés hay en los alrededores de la zona en la que te encuentras. Te indican las coordenadas y el GPS te marca cuánto te falta para llegar. Una vez en el sitio, hay que buscarlo, ya que suelen estar escondidos. Y tras encontrarlo solo queda firmar y describir en la web cómo ha sido la experiencia y el lugar", apunta la pareja de geocachers.
"En los rincones más famosos del mundo hay tesoros escondidos, incluso en la cima del Everest", afirma Azaba, y asegura que "si quieres hacer turismo de manera novedosa y tienes ganas de correr una pequeña aventura, es la forma perfecta de combinar ambas cosas".
respeto al medio ambiente La pareja navarra explica que este tipo de iniciativas sirve para cuidar el medio ambiente ya que en muchas ocasiones se organizan grupos de búsqueda que van limpiando la basura de los lugares por los que pasan.
Además, las modalidades del juego son muy diversas ya que existen distintas categorías y niveles de dificultad. El Geocoin, por ejemplo, consiste en mandar una moneda especial que tiene asignado un número de tracking, de tal forma que su progreso se puede registrar online a través de los logs que escriben los que la encuentran. El dueño de la moneda le asigna una misión (por ejemplo, visitar la Torre Eiffel), y los que la encuentran deben intentar que la misión se cumpla, mientras que el propietario puede seguir su recorrido a través de la web.
También existen distintas categorías como el geocaching tradicional (el GPS te guía directo al caché) o el multicaché (como si de una ginkana se tratase, el GPS te guía a una pista, que te lleva a otra pista, hasta que encuentras el destino final). Aunque, para todos aquellos interesados en el tema, Fermín Yuba y Adela Azaba han habilitado un correo para responder a las dudas (yuba@ono.com).