El tiempo dio ayer una tregua en la Cuenca de Pamplona y muchos lo aprovecharon para hacer balance de daños. En las huertas de la Magdalena, del entorno de Martiket en Villava o de Huarte, quienes allí tienen pequeñas parcelas de recreo se acercaron para evaluar en qué estado habían quedado esos terrenos que para algunos son como una segunda casa. El balance era malo sin paliativos y la mayoría coincidían en valorar que únicamente se había llegado a una situación tan grave en otras dos ocasiones, hace tres años y hace una década, aunque las inundaciones entonces no se habían prolongado tanto en el tiempo.

Esta semana tan generosa en lluvias ya había dado una pequeña ración de buen tiempo el jueves y muchos había aprovechado para hacer una primera valoración de los daños en sus huertas. Sin embargo, el descanso fue efímero, las lluvias volvieron y lo hicieron también las inundaciones. Otras 48 horas de lluvias y unas consecuencias prácticamente sin precedentes. Al menos así lo señalan Iñaki Sanz y Elena Zaragüeta, vecinos de Orvina.

"El miércoles hacia la una del mediodía un vecino logró entrar para sacar a su perro, pero a las tres y media quise entrar con mi hija y ya no pude. Lo que ha venido después ha sido mucho peor. No ha sido la vez que el agua ha llegado más alto, porque hace tres años llegó hasta la ventana de la caseta (situada a más de un metro de altura), y esta vez se ha quedado cerca, pero sí ha sido cuando más días ha llovido. Nosotros, por ejemplo, teníamos el frigorífico flotando. El problema es que comienza a llover, sueltan el pantano, también nieva y viene todo el agua de los montes, que termina aquí. Intentaremos sacar el agua de la caseta como podamos y luego habrá que ver cómo va tragando. Toca esperar", explicaba Zaragüeta en Martiket, donde para más inri la semana pasada se produjeron varios robos.

a esperar Según indica Iñaki Sanz, las lluvias de estos días han terminado por estropear la mayor parte de sus cultivos, "cebollas, achicorias, berzas y alguna cosa más". Sanz coincide con su mujer en que por lo prolongado de las lluvias ha sido una de las riadas más graves que han sufrido, aunque recuerda otra muy dura hace una década. "La diferencia es que esta vez ha entrado el agua tres o cuatro veces", explica. Desde luego, a juzgar por la imagen de la huerta ayer, con más de 20 centímetros de agua en algunas zonas, tendrán que esperar para que su terreno vuelva a su situación original y puedan seguir aprovechándola como lo hacían hasta ahora. "En verano pasamos muchísimo tiempo aquí, nuestros hijos hacen cenas a menudo... Le sacamos mucho partido", explicaba.

A apenas 50 metros de este matrimonio, Juan, un vecino prejubilado de Villava ha tenido mejor suerte. Su huerta está a más altura y algo más alejada del río Arga, que acaricia esta zona de huertas en el borde más próximo a Huarte. En su opinión la riada de hace tres años fue aún peor, aunque no tiene todas consigo de que en los próximos días no vaya a tener más sustos. "Hace tres años dentro de la caseta llegó a los 35 centímetros y esta vez ha alcanzado unos 20. Todavía no he comenzado a limpiar porque ya ha entrado dos veces y aún puede volver a entrar", explicaba en la mañana de ayer.

Mucho peor lo tenía Fernando Oloriz, vecino de Huarte, y con una parcela que, si no llega a ser por la situación que presentaba ayer, sería la envidia de cualquiera. En un punto de la caseta tiene marcado hasta dónde llegó el agua hace tres años y hasta dónde ha llegado en esta ocasión. Por encima de los 50 centímetros esta vez, casi 30 menos que hace tres años. En las huertas de la Magdalena y Huarte la situación no fue tan grave, aunque ayer aún se podía ver a algunos vecinos haciendo balance de daños. Muchos seguirán hoy mirando al cielo esperando a que por fin termine de escampar.