Una carrera truncada
tras estudiar dos cursos de medicina, abandonó por enfermedad y hoy acude a un centro ocupacional
pamplona Jordi es el hijo mayor de una familia catalana de clase media acomodada. Fue un adolescente espabilado, de conducta razonable que, además, sacaba notas brillantes en el instituto. Sus padres le enviaron a Pamplona a estudiar Medicina. Vivió primero en una residencia y luego en un piso compartido cerca de Pío XII. Pasó los dos primeros cursos con las notas excelentes que todos esperaban. Pero en 3º vino la debacle. Suspendió casi todo, salió de noche de forma incontrolada, consumió alcohol, porros y otras sustancias. Tras un duro proceso acabaron por saber que tenía enfermedad mental. Pese al diagnóstico, el primer año intentó varias veces prescindir de la medicación hasta que asumió que le era imprescindible.
Ahora tiene 38 años, lleva una vida ordenada y ha aprendido a cuidar de sí mismo. Acude cada día a un centro ocupacional en su localidad. Pero también ha tenido que asumir no solo que no va a ser médico, sino que forma parte del 95% de personas con enfermedad mental severa que nunca ha tenido acceso a un empleo. En este proceso de normalización la asistencia diaria a un centro ocupacional ha sido una pieza clave.
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