todos los años al llegar el otoño, y más frecuentemente en años de lluvias, los servicios de urgencias atienden a personas que presentan síntomas de carácter agudo que pueden corresponder a intoxicación por setas o micetismo. La más peligrosa, aunque no la más frecuente en Navarra es la producida por la Amanita phalloides -crece en verano y otoño, en grupos separados en bosques de coníferas, hayedos y robledales- y curiosamente los análisis cuando se sospecha su ingesta no se realizan ya en el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN) sino en un laboratorio de Barcelona, una decisión adoptada según fuentes sanitarias, en base a la población de Navarra y a la media de intoxicaciones por esta especie, considerada baja.

La temida Amanita phalloides puede ser confundida con la Russula virescens o gibelurdiña, pero con todo no es esta especie la que más pacientes lleva a los servicios de urgencias navarros. "Las intoxicaciones más frecuentes en Navarra son las gastroenteritis banales o por intolerancia a la ilarraka o pardilla o por consumo de especies más peligrosas que hacen cuadros gastroenteríticos más peligrosos, como los producidos por la Entoloma lividum, una especie otoñal, como la mayoría de las setas", indica José Elizalde Fernández, médico intesivista del CHN y experto en micología.

Hasta el momento no existe antídoto eficaz ni tratamiento que garantice la curación de la intoxicación por determinados tipo de setas, sin embargo el resultado del tratamiento para evitar el efecto irreversible de las toxinas y los tratamientos de soporte dependen en gran medida de la prontitud en acudir al servicio de urgencia y por tanto del tiempo transcurrido desde la ingesta del ejemplar tóxico hasta la instauración del tratamiento, pues es en las primeras horas cuando éste puede ser más efectivo. La celeridad en la sospecha del diagnóstico y la rapidez en la aplicación del tratamiento, subraya Elizalde, pueden modificar el curso de la enfermedad, que en ocasiones conduce a la muerte.

En estos casos, se aplica un protocolo consensuado en toda Navarra, que cuenta con una cobertura completa. "Tanto en Pamplona como en Estella y Tudela hay profesionales conocedores de los cuadros tóxicos de la setas. Hay un importante grado de concienciación en los equipos de urgencias de la Comunidad Foral. El cien por cien de ellos son conscientes de que en otoño podemos tener intoxicaciones por setas con repercusión fatal", defiende.

síntomas Pero, ¿cómo sospechar que se han ingerido setas venenosas? "Cuando una persona come unas setas y tiene diarreas y vómitos debe acudir a urgencias y, si es posible, llevar un resto para identificar la especie", explica este experto, que insiste en la conveniencia de llevar muestras. "De este modo, no tenemos que estar pendientes de parámetros bioquímicos, con la lectura de las amanitinas en la orina, para corrobar el diagnóstico, que puede ser clínico o analítico, aunque, lo ideal es que sea mixto. Si pasadas seis o siete horas de la ingesta, el paciente sufre vómitos y diarreas se considera una intoxicación de riesgo vital porque puede haber ingerido setas hepatotóxicas, como la Amanita phalloides o lepiotas pequeñas, que son las que se dan en nuestro entorno", indica.

Los equipos de urgencias actúan en esta situación con prontitud. "Se hace una hidratación precoz muy importante. Es importante infundir gran cantidad de suero para que el riñón filtre mucho, puesto que la amanitina, que es el veneno que rompe el hígado, tiene un peso molecular muy bajo y se elimina rápidamente por el riñón", explica el experto. Este protocolo, además de hidratación, incluye también el empleo de carbón activado y fármacos con el objetivo de incapacitar al hígado para absorber el tóxico. "De manera que si una persona que ha comido Amanitas phalloides llega muy pronto a urgencias, la aplicación del protocolo beneficia muchísimo su pronostico, pero llegado el caso de que el hígado se quedara sin función tenemos una especie de cronograma analítico para incluirle en la lista de trasplante hepático", precisa. La mortalidad por envenenamiento debido a esta especie ha decrecido de un 30% a un 5% gracias a la opción terapéutica que supone el trasplante hepático.

Las amanitinas o amatoxinas (alfa, beta y gamma) son los tóxicos responsables de tal hepatotoxicidad, en especial la primera de ellas. En un ejemplar adulto de Amanita phalloides (25 g. de peso) existen entre 5 y 11 mg de amatoxinas, lo que supone de 200 a 400 mcg por gramo de seta fresca. La mayor parte de las amatoxinas se encuentran en el píleo o sombrerillo. La dosis letal para el ser humano es muy baja y se calcula en 0,1 mg/kg de amatoxinas, lo que significa que un solo ejemplar de 20-30 g puede producir la muerte de un adulto previamente sano, de no mediar el tratamiento adecuado. "Dos ejemplares adultos de Amanitas phalloides provocarían una insuficiencia hepática tóxica mortal a una persona de 70 kilos", advierte Elizalde.

En los últimos 15 años ha habido en Navarra 12 intoxicados por esta especie "y afortunadamente -se felicita el especialista- todos han evolucionado bien tanto por el tratamiento precoz como por la identificación micológica de la especie causante de la intoxicación". Cuantificar el número de envenenamientos anuales por setas en Navarra resulta complejo. "Es difícil porque hay personas que soportan la agresión intestinal en casa, pero los datos indican que atendemos unos 50 casos al año en Urgencias y mayoritariamente son banales. Ocasionalmente hay alguno por Amanita phalloides o especies con amanitinas -el veneno que necrosa el hígado y genera una hepatitis tóxica aguda tan severa que es incompatible con la vida- y a estos les aplicamos precozmente el tratamiento más eficaz para hacer la limpieza de los órganos", aclara.

regla de las tres 's' Evitar la ingesta de hongos o setas tóxicas es el mensaje que se pretende enviar a la población y como nos recomiendan los micólogos hay que seguir la regla de las tres eses Sea Siempre Sensato, es preferible el fracaso gastronómico al multiorgánico, y Todas las setas son comestibles, aunque algunas sólo una vez. La experiencia sanitaria apunta a que las intoxicaciones obedecen a la imprudencia de quienes recogen las setas pero también a aceptar ejemplares de amigos y familiares. Puesto que no existe ninguna prueba sencilla que permita diferenciar las setas comestibles de las tóxicas, la única regla "es una correcta identificación botánica de la especie", destaca Elizalde, quien defiende acabar con falsas creencias como que las monedas de plata o los ajos ennegrecen al contacto con setas venenosas. "Hay que desterrar eso. Hay una cultura de ocio naturalístico en esta tierra, pero si no hay identificación botánica de la seta, no hay que comerla", indica este experto, defensor de recuperar el placer de la recolección más que el de acumular ejemplares en la cesta. "Hay que olvidar el efecto acaparador y paladear el momento de encontrar las setas. Es una cultura disfrutadora y no esquilmadora".