La ketamina, analgésico para caballos y con efectos alucinógenos muy perniciosos para la salud (una dosis mínima tarda 48 horas en desaparecer del organismo) es una droga de consumo emergente y así se ha observado ya en los años recientes en las fiestas de San Fermín, donde cada vez se han detectado más intoxicaciones por consumir este tipo de droga, que puede tomarse líquida y mezclada con alcohol, o cristalizada, e incluso en polvo y esnifada. Se trata de una sustancia en la que los cuerpos policiales están poniendo sus ojos porque cada vez tiene más demanda y es muy difícil de detectar su introducción en el mercado. Salvo en el caso que nos ocupa -cuando los narcotraficantes que traían la droga desde la India, país especializado en el suministro de ketamina como Pakistán o Afganistán, ya eran seguidos desde hace tiempo por los agentes de la Guardia Civil-, en caso de que el individuo que introduce la ketamina no levante sospechas es muy complicado dar con una droga incolora, inolora (ayer era mostrada en botellas de agua y parecía literalmente agua) y que se escapa al afilado olfato de los perros policía. Por ello, para el traslado de la droga, como ocurría en la banda que estaba asentada en Pamplona, resulta un método útil el hecho de viajar con ella como si fuera parte de un producto de aseo personal. Estos detenidos acudieron a la India en viaje turístico, para no levantar sospechas y cargados de dinero. Compraron la ketamina, la distribuyeron en frascos y en Barajas se les dio el alto. El coronel jefe de la Guardia Civil en Navarra, Juan Luis Pérez, explicó que la ketamina “se está poniendo de moda” y que, aunque puede usarse cristalizada, en su formato líquido mezclada con la bebida, de forma que su similitud con el agua dificulta su detección y facilita camuflarla para el transporte.
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