80 años esperando justicia y reparación
La familia de los Sagardía Goñi, arrojados a la sima Legarrea, de Gaztelu, en 1936 reclaman que se cumpla la ley, se exhumen los restos y se les dé un entierro digno.
los parientes más cercanos de la familia Sagardía Goñi arrojada a la sima de Legarrea, en Gaztelu, el 30 de agosto de 1936, reclaman que “se proceda a la limpieza del fondo de dicha sima y se extraigan e identifiquen los restos de nuestros familiares, dándoles un lugar en el cementerio de Donamaría-Gaztelu”. Ayer, hasta una veintena de familiares arropados por una nutrida representación de las asociaciones memorialistas de Navarra, el presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el autor y editores del libro La Sima ¿Qué fue de la familia Sagardía? se dieron cita en la presentación del libro que recoge esta tragedia silenciada durante 80 años y pidieron que “se dignifique a las víctimas” de la sima.
En una instancia dirigida al Gobierno de Navarra, al Parlamento, al Ayuntamiento de Donamaria- Gaztelu, a las organizaciones de la memoria histórica, a la sociedad de ciencias Aranzadi y “a quien corresponda”, que leyó Iñigo Seco, piden rescatar a los suyos tras relatar los hechos acaecidos en 1936. La familia integrada por la madre, Juana Josefa Goñi Sagardía, embarazada de siete meses, y seis de sus siete hijos “desapareció” y durante los casi 80 años que han pasado desde entonces el más que rumor local habla de un crimen execrable: la familia fue arrojada a la sima de Legarrea, en Gaztelu, mientras el marido y padre, Pedro Sagardía Agesta, que se alistó después al requeté, estaba encarcelado y el hijo mayor, José Martín (fallecido en abril de 2007 en Pamplona) trabajaba fuera del pueblo.
La historia de esta familia ha visto la luz gracias a las investigaciones que se realizan hace varios años; a la publicación del libro La Sima. ¿Qué fue de la familia Sagardía? de José Mari Esparza Zabalegi y al interés de la familia, residente en Gipuzkoa y en pueblos navarros, por aclarar aquellos hechos terribles.
En su instancia, la familia explica que los Sagardía fueron expulsados del pueblo el 14 de agosto de 1936; que se tuvieron que alojar en una txabola, la cual fue quemada el 30 de agosto del 30; y que “como todo el mundo conoce” y se ha publicado la madre y los hijos fueron arrojados a la sima. Añaden que la de Legarrea es la única sima en la que no se han sacado los cadáveres de la guerra, ni se ha sellado, ni dignficado. Por contra, indican, “esta sima es un vertedero de basuras y escombros, e incluso de nuevos cadáveres, como el caso de Ignacio Indart”, y que “pese a su buena intención, el cartel que el propio Gobierno de Navarra ha colocado junto a la sima que dice Zikinkeriak botatzea debekatura dago/Prohibido arrojar basuras, no de deja de ser un escarnio para los que tenemos a nuestros parientes arrojados alli”. Piden, al amparo de la ley, que se atienda su petición.
se conocieron ayer La librería Elkar de Pamplona fue ayer la sede de la presentación del libro que recoge la historia de los Sagardía Goñi y escenario de encuentros vividos con gran emoción. Allí se conocieron la viuda de José Martín Sagardía Goñi, el único hijo que se salvó del crimen, Gloria Pedroarena, y las primas carnales de los asesinados, octogenarias todas ellas y quienes pese a que nunca se habían visto tenían en común el triste recuerdo de la tragedia. “Mi marido -dice Gloria Pedroarena- hablaba poco. Me contó todo aquello pero lo llevaba siempre dentro”. Gloria, que reside en la Casa de Misericordia de Pamplona después de una intensa vida de trabajo como excelente cocinera particular y del antiguo Hospital Virgen del Camino, estaba contenta por saludar a las primas y sobrinos de su marido. “Estoy bien aunque con dolores por todas partes”, dolores que agudizan el pesar que soportó su marido desde que les asesinaron a su madre, Juana Josefa, y a sus seis hermanos con edades entre 16 y el año y medio.
José Martín Sagardía, el mayor, se salvó del crimen al estar fuera, trabajando con su padre quien, por su parte, atendió la llamada urgente de su mujer alertándole de que les echaban del pueblo pero, lejos de permitirle ir a ver a los suyos, le detuvieron en Santesteban y no le dejaron volver. Emprendió acciones legales sin éxito denunciando los hechos en el juzgado, la causa 167 que se abrió en tres ocasiones entre 1937 y 1946. Murió en 1942, a los 52 años en Pamplona.
José Martín, el hijo, tras la tragedia, fue alistado al requeté y a la División Azul, en el batallón Román. Un investigador andaluz que indaga sobre este batallón apuntó el lunes que en Rusia este batallón fue aniquilado y que entre los 28 supervivientes figura José Sagardía Goñi. Nuevamente pudo sortear la muerte. Regresó a Pamplona donde trabajó en el matadero de la Protectora hasta su jubilación. Se casó con Gloria Pedroarena en 1964 y en 2007 falleció en Pamplona. El hijo mayor de los Sagardía Goñi tuvo relación con sus primos, donostiarras de adopción. La familia Zozaya Goñi, cuya genealogía arranca del matrimonio de Petra Goñi, hermana de Juan Josefa, la asesinada, con Ramón Zozaya Huici, encarcelado en 1936 por su filiación socialista y desterrado de Santesteban a Donosti. “El primo José Martín vino un día al poco de la guerra -recordaba ayer Nati Zozaya Goñi-, yo tenía unos 4 ó 5 años pero me acuerdo que escuché una bofetada. Se la dio mi madre regañándole por haberse ido al requeté sin saber del paradero de su familia. Pero ¿qué iba a hacer él? Habrían sido los nervios de mi madre, que buena era. Pero luego ya estuvieron hablando y mi hermana mayor tuvo relación con él”.
Nati lamenta esta “tragedia terrible. Todo el pueblo y los de alrededor lo sabían pero nadie hablaba, todo el mundo era mudo”. “Han pasado años y ahora estamos muy agradecidos de todo lo que se está haciendo. A este paso vamos a ser mas famosas que Txantxillo”, comentaba ayer.
nuestra madre lloraba mucho A sus 83 años es con su hermana Asun, de 88 las que firman, junto a Sergio Ortiz Zozaya, la demanda presentada ayer, una acción que les ha revuelto mucho sentimiento. “Nos hemos puesto muy tristes porque tenemos el recuerdo en la cabeza, pero, en medio de todo, estamos contentas. No voy a vivir lo suficiente para agradecer todo lo que se ha hecho ahora. Igual no vivo cuando se saquen los huesos, pero te aseguro que me voy a morir muy tranquila por todo lo que habeis hecho”.
Nati y Asun valoran que su madre les contara lo sucedido. Que no lo hubiera silenciado como los vecinos y que toda la familia lo haya sabido siempre. “Aunque yo tenía unos 4 años, me acuerdo que mi madre iba cantidad de veces a Pamplona, al juzgado, y sabía los nombres, quienes eran los que habían matado a su hermana y a sus sobrinos. Lloraba mucho. Toda la vida nos lo contó pero nos sentíamos impotentes”.
Asegura Nati que a lo largo de su vida, cada vez que se acordaba de la tragedia “me daba vuelta el cuerpo. No podemos olvidar que la última vez que les vimos con vida Martinita, mi prima que tenía entonces 6 años y me llevaba dos, le dijo a mi madre que quería quedarse con nosotros. Mi madre siempre vivió con la pena de no habérsela llevado porque le habría salvado la vida. Cada vez que pienso en todo ello me da la vuelta el cuerpo”. Petra Goñi y Ramón Zozaya tuvieron seis hijos de los que viven cuatro. Nati y Asun pudieron venir ayer a Pamplona, su hermana Tina no porque está en silla de ruedas y el hermano, Francisco, de 86 años tampoco porque vive en Madrid. Asun comentaba que han vuelto al pueblo en más de una ocasión pero nunca se han atrevido a hacer preguntas. “Veo gente joven...no se, pero cuando vuelva otra vez preguntaré ahora que ya se habla de todo aquello”, aseguraba mientras se abrazaba a su hermana Nati y a Gloria, la viuda del primo que acababa de conocer. “Me hace una ilusión enorme conocerte, Gloria....”
Con estos recuerdos, con las palabras de quienes intervinieron sobre esta estremecedora historia afloraron lágrimas, brillaron los ojos de los asistentes y especialmente de la familia de Sagardía Goñi: Zozaya Goñi, Losada Zozaya, Arizcorreta Zozaya, Tobio Arizcorreta, Ortiz Zozaya, Erro Zozaya, Seco Arizcorreta, Sagardías....en representación de todos y todas.
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