Síguenos en redes sociales:

“Tras el terremoto vi cómo iban las cosas: vosotros europeos, que tenéis pasaporte, salid de aquí”

La voluntaria creó, junto con otras dos, Flowers from Nepal, un proyecto con el que han conseguido sacar adelante una escuela de niños con necesidades especiales

“Tras el terremoto vi cómo iban las cosas: vosotros europeos, que tenéis pasaporte, salid de aquí”

pamplona - Sandra Aiape Carrillo es una psicóloga que se embarcó en febrero en el viaje de conocer Asia. Se encontraba en Nepal cuando se sucedieron los dos terremotos, el 25 de abril y el 12 de mayo, que acabaron con la vida de miles de personas. Esta aventurera sintió la obligación de quedarse a ayudar a todas las personas que durante estos meses les habían aportado tanto.

¿Qué le llevó a Nepal?

-He participado en proyectos de apoyo a niños en riesgo de exclusión social en Barcelona y en Pamplona y justo terminaba mi trabajo en una clínica catalana. Involucrarme como voluntaria en una escuela nepalí para niños con necesidades especiales me pareció la manera ideal de unir estas dos ramas de la psicología que tanto me apasionan. Mi idea era hacer el voluntariado todo febrero para continuar viajando por Nepal e India. Quería conocer su cultura así como aprender todo lo que pudiera de sus distintos abordajes terapéuticos. Al final lo alargué hasta abril porque el trabajo en la escuela era muy necesario y en poco tiempo pude observar evoluciones realmente favorables. Si se necesita ayuda en general en educación y salud, imagínate la labor con estos niños tan excluidos socialmente.

¿Dónde se encontraba cuando pasó el terremoto y cómo reaccionó ante esa situación?

-Estaba en Katmandú preparando el viaje que en pocos días continuaría hacia India. Cuando pasa el terremoto no reaccionas. Me quedé totalmente paralizada. Cuando paró, salí a la calle y había gente en shock, otros sentían pánico, pero en cualquier caso yo no era consciente de la magnitud del terremoto. El edificio de al lado de nuestro hotel estaba totalmente derruido por dentro, se mantenía la estructura pero no lo de dentro.

¿Qué es más fuerte que el miedo que hace que decidas quedarte allí en lugar de volver a casa?

-Lo sentí por dentro. Vi cómo iban las cosas: vosotros europeos, que tenéis pasaporte, salid de aquí. Me pareció injusto si me iba. Pensé en que había pasado tres meses conociendo a gente muy buena y situaciones increíbles y en ese momento no les iba a dejar tirados. En un principio sí me iba a ir y tenía todo preparado para continuar mi viaje, pero en el último momento no pude. Aparte yo estaba muy vinculada a la escuela y no pude ir a verles hasta dos días más tarde. Se había caído el muro que rodeaba la escuela.

¿A partir de ahí en qué consistió su vida diaria?

- A partir de ahí comienzo dos trabajos, uno centrado en la escuela y otro en la reconstrucción de las zonas afectadas. Antes del terremoto conocí en la escuela a una sueca con la que planteé un proyecto para recaudar fondos para estos niños. Cuando vi el muro destruido pensamos que era el momento de empezar a llevarlo a cabo. El muro es esencial porque los niños viven en ese recinto y muchos no son capaces de comprender que ese es su hogar.

Entonces a raíz del terremoto sus prioridades, como para el resto de las personas de allí, cambian.

-Eso es. Al principio era llevar a cabo un proyecto para recaudar fondos que se invirtieran en la salud y educación de la escuela. Después del terremoto me encontré con la dificultad de tener que reubicar a los niños temporalmente con sus familias mientras atendía a los que no tenían esa opción y a la vez intentábamos reconstruir el muro.

¿Consiguió llevar el proyecto adelante y reconstruir el muro?

-Sí, lo conseguimos. De boca a boca y a través de redes sociales llegamos a muchas personas. Estaba en contacto con una chica de Barcelona que había estado de voluntaria en esta misma escuela antes que yo. A raíz del terremoto le conté el proyecto que había pensado con la sueca y decidió unirse. Entonces entre las tres fundamos Flowers from Nepal. A raíz de familiares y amigos empezamos a recaudar fondos, y a partir de ahí se expandió hacia conocidos de conocidos. Quiero agradecer a todas las personas que han realizado donaciones y han contribuido a que el proyecto haya ido adelante. No existen palabras para expresar tanto agradecimiento. Es increíble lo que estamos consiguiendo.

¿En qué consistía su otro trabajo de reconstrucción de las zonas afectadas?

-En la embajada conocí a algunas personas que querían quedarse. Así como yo di la cara en las redes sociales por la escuela, otra chica lo hizo por Nepal en general. Nos movimos y empezó a llegar muchísimo apoyo económico pero sobre todo moral. Con el dinero que llegaba comprábamos bienes de primera necesidad: arroz, lentejas, soja, jabón y plásticos para la lluvia. Íbamos a diferentes pueblos a repartir un saco con estos elementos para cada familia. También nos movimos para conseguir agua. Una fábrica nos dio agua gratis con la condición de que nosotros embotelláramos. Fue muy bonito porque al principio éramos menos de diez personas, pero cada vez se unió más gente. Fuimos creciendo muchísimo. Después de estos bienes de primera necesidad, compramos chapas para construir casas provisionales, el monzón estaba muy cerca.

¿Se puede mantener la idea de viajar a Nepal para hacer turismo?

-Por supuesto. Ha habido muchas cosas que han caído, pero muchas otras están. Poco a poco el país ha vuelto a la normalidad. Nepal siempre ha sido un país económicamente pobre por lo que la situación no cambia tanto. Antes no había agua ni luz, después del terremoto obviamente tampoco, pero entonces no es una situación tan opuesta. Además, el turismo es una fuente muy importante de ingresos para este país, por lo que pido que nadie deje de ir porque crea que no va a encontrar lo mismo tras el terremoto. Aún hay muchas cosas por ver y conocer.

Quitando el momento del terremoto, que se sobrentiende que es lo más impactante, ¿qué es lo que más le ha impresionado?

-Me han impresionado muchas cosas para bien y para mal, pero principalmente cómo cuanta gente se une para luchar contra un mismo fin: todos luchar por la vida. Nunca había visto a tanta gente diferente luchando por algo, sin matices políticos, religiosos, de etnias, etc. Son las personas las que me han impresionado, tanto nepalis como occidentales por tirar hacia delante en un contexto destrozado.

¿Hay algún tipo de organización para coordinar la ayuda que cada ONG, otras entidades o personas individuales realizan?

-Sí. Se han hecho reuniones para coordinar las ayudas y hay comunicación entre ellas para saber más o menos lo que hace cada una. Nosotros, de manera autogestionada, íbamos haciendo lo que nos quedaba más cerca, pero luego se han ido desarrollando muros donde la gente escribe lo que va haciendo o aplicaciones de móvil donde se puede ver la labor que se va realizando. Cuando cada uno hace una intervención, lo registra y pone lo que ha visto, lo que ha hecho, lo que falta, etc. Casualmente conocí a un chico ingeniero que iba a Nepal quince días a viajar y le pilló después del terremoto. En vez de hacer turismo pasó todos los días trabajando en diseñar esta aplicación para el móvil y páginas web. Esto es un ejemplo de lo que impresionan las personas. La ONU también va gestionando la ayuda, encargando a cada ONG una labor. También ha habido mucho descontrol, pero se trata de un descontrol positivo porque, aunque no de manera organizada, todo el mundo ayuda en las necesidades básicas: alimento y techo.

¿Cuál es la situación actual de Nepal?

-El principal objetivo es tirar hacia adelante, pero si tenemos en cuenta la situación del país antes del terremoto, al final es el mismo propósito: avanzar. A los pocos días del terremoto en muchas zonas ya se respiraba normalidad. Es importante tener en cuenta que en general, la normalidad se ha recuperado muy rápido.

¿Cómo ha cambiado la perspectiva del suceso una vez que ha regresado a Noáin?

-Yo no había visto ningún telediario ni había hecho mucho caso a la prensa en general, y ahora al volver estoy viendo cómo se ha visto desde aquí. Se ha plasmado solo el drama. La gente me ve por la calle y sonríe como diciendo ¡está viva! Pero allí no se ha vivido así. La televisión te enseña una cosa, pero la realidad es otra. Tras el terremoto, Nepal es muy parecido a como era antes. Siempre ha tenido calzadas en mal estado, por ejemplo. Así que por favor, que la gente no tenga ningún miedo en ir a este maravilloso país porque allí la vida sigue. Es mucho lo que podemos aportar y más lo que puedes llegar a recibir de sus increíbles personas.