esta costumbre, tradición o manía, vaya usted a saber, es muy posible que llegara de China, como la pólvora porque es evidente que se extendió de manera similar por todo el mundo mundial. Desde el primer tizón que sirvió de pincel improvisado en las paredes de las cuevas aquellas que refugiaron a nuestros primeros ancestros, anteriores incluso a los que “en tiempos de los apostóles (...) eran barbáros, se subían a los arbóles y se comían a los pajáros”, empezó el hombre a expresar sus ideas, opiniones y sentimientos.

La más antigua que recuerda uno era expresiva y verdadera, en las letrinas militares de Elizondo, la soledad y el anonimato, que es de lo mejor para estas cosas: “Aquí hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente”. Y de las más ingeniosas, por la retranca sobre todo, que lamentó haber traspapelado en las procelosas aguas de Microsoft y no consigo recuperarla, otra que data de cuando el referendo de la Inmaculada Constitución (no es error).

Creo que fue fotografiada (s.e.u.o.) en la cuesta de Aldapeta (que cuesta y Aldapeta son reiteración, por cierto) donostiarra. Algún retrógrado añorante había pintado: “Franco votaría no”. Y alguien, no sé si más genial o ingenial, le había añadido “...pero como está muerto se abstiene”, un estrambote definitivo y realista merecedor de los anales de esta ciencia de la pintada o lo que sea.

dazibao versus pintada Decíamos ayer que el origen de esta historia podría ser chino, el dazibao le dicen desde la China Imperial (221 a de C.) hasta ahora mismo. Pero si aquí se lo copiamos no nos hemos quedado cortos, ni mucho menos. Nosotros le decimos pintada (o marranada, según se mire) y a ingenio pocos nos superan desde la explosión fallida (lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible) del parisino mayo del 68, de cuando “la imaginación al poder”, “la sociedad es una flor carnívora”, “sed realistas: pedid lo imposible” y todo aquello en torno a La Sorbona, Nanterre y otras esquinas.

Por poder, la pintada puede ser política, social, reivindicativa, amenazante, escatológica y más cosas, hasta cachonda, como ese “las feas también tienen derecho a vivir, pero no todas en este barrio” que les provocará un sarpullido a las feministas (y feministos) a ultranza. Ahora, que las que dan más cante suelen ser las analfabetas como esa que concluye “...yjo de puta el que salte esta balla y maricona”, que en homenaje a Cervantes parece, no menos que ese que asegura que el fascismo se cura “lellendo”.

actualidad En este Celtiberia Show de la pintada, suele ser muy aceptada y asumida la de actualidad (la de quien sufre sus consecuencias, en particular) y así resultan muy dignas de ovación y vuelta al ruedo esa de “Queremos llegar a fin de mes” que sirve además para todo el año y sucesivos, o esa otra que aconseja el cambio frecuente de pañales y presidentes y “por las mismas razones” (pestilentes, añado), la que anima a sentarse en un banco sin temor o la del que pasa del desaforado consumo... y del trabajo, según.

A los perros sobre todo, porque los otros van como van y la necesidad obliga, con toda seguridad les disgustará esa que les prohibe miccionar (con peligro de que les caiga la pared encima) y ahora que vivimos la mayor tragedia de la huida buscando refugio y como siempre por el gran negocio de la guerra, cabe considerar esa que implora que “no nos dejéis solos con los españoles”. La pintada, a la vista está, es recurso de quien quiere decir y no se atreve (o no puede), es variada, intemporal y a veces, verdad absoluta.