Viaje al pasado? con vuelta
Decía la canción que recordar es volver a vivir. Sin embargo, muchas veces nos hacemos trampas al solitario, y esos recuerdos suponen una vivencia que no ocurrió del modo que los evocamos
pamplona - Esta reconstrucción del pasado no tiene por qué ser algo negativo. En la mayoría de las ocasiones, de hecho, ese ejercicio de nostalgia un tanto falseada resulta placentero. El problema puede llegar si nos quedamos atrapados en el ayer, olvidando el hoy y el mañana.
JAVIER VIZCAINO: Por mucho que nos empeñemos, no es cierto que cualquier tiempo pasado fuera mejor.
-IMANOL QUEREJETA: No. Por lo menos, yo no lo creo. Cualquier tiempo del pasado se recuerda con añoranza, sobre todo porque sabemos el resultado que dieron nuestras decisiones, pero ahí está la pequeña trampa. Si nos quedó algo por hacer, ponemos la coletilla “debería haber?” que nos pone a fantasear sobre lo que habría ocurrido si no hubiésemos obrado de tal o cual manera. En lo que no nos paramos a pensar es en que esa decisión habría cambiado nuestra vida sin que podamos acertar a saber lo que habría sido de nosotros a partir de ese cambio, ni si este hubiese sido para bien o para mal.
J.V.: ¿De dónde sale, entonces, esa distorsión habitual de los recuerdos?
-I.Q.: Pues sale del consuelo que te produce pensar en positivo sobre algo, unas veces agradable y otras desagradable, que ocurrió hace ya tiempo. A todas las personas nos gusta recrearnos en fantasías a través de las que buscamos sentirnos mejor en relación con hechos del pasado, y como no hay realidad que nos saque de la fantasía, pues nos relajamos y sonreímos, que tampoco está mal. No está mal tener rincones en los que esconderse y evadirse un rato.
J.V.: Todo esto tiene su gracia, porque se diría que acabamos sintiendo nostalgia de cosas que no vivimos o no ocurrieron.
-I.Q.: Casi siempre es así, porque pensamos en aquello que pudimos hacer para redondear un resultado, o si se prefiere, un episodio de nuestra vida que no hicimos, siempre por alguna razón que en aquel momento seguro que era poderosa. Pero no debemos olvidar que construimos nuestro destino normalmente de forma coherente con nuestra manera de ser, y que lo que no hicimos seguramente nos protegió de cosas peores.
J.V.: Incluso aunque en lo personal una época anterior haya sido mejor que la actual, es peligroso quedarse colgado del pasado.
-I.Q.: Sí. Lo ocurrido no tiene ninguna posibilidad de cambio (¡pero ninguna!), y mirar para atrás solo debe hacerse con la voluntad de no caer en los mismos errores, y no para sentarse encima de lo ocurrido en ese pasado y lamentarse de lo que no fue. Nada vuelve a ser como fue. Podremos encontrarnos con el mismo escenario y los mismos personajes, pero en circunstancias diferentes que harán imposible que se repita la historia con exactitud. Por eso, evadirse un rato, sonreír y al futuro, que es lo que nos espera.
J.V.: Y si esa época anterior fue muy mala, tampoco ganamos nada volviendo a ella una y otra vez. Hay páginas que hay que cerrar.
-I.Q.: Eso creo yo sin lugar a dudas. Los malos recuerdos nos lastran y nos impiden ser objetivos con lo que queda por venir, que es aquello en lo que podemos influir en este momento. Los pensamientos son el motor de las emociones y si los primeros son negativos, las segundas también serán negativas. No vale la pena lamentarnos de lo que no fue y como dices, hay que girar 180 grados, cerrar la página y caminar en dirección al futuro.
J.V.: A pesar de lo que llevamos dicho, a casi todos nos gusta recordar lo que hacíamos (y lo que pasaba) hace unos cuantos años.
-I.Q.: Claro. No se trata de borrar nuestros recuerdos, porque son nuestro yo de ayer, y recogen nuestra historia personal. Al mismo tiempo, tenemos (no debemos) que tener claro que el futuro empieza en el instante en que tecleo cada carácter de esta entrevista. Sin olvidar que la vida discurre de forma inexorable a sesenta minutos la hora y sesenta segundos el minuto, y que cada uno de esos que pasa sin que le prestemos atención no vuelve.
J.V.: Muchos de esos recuerdos son sobre cosas a las que entonces no les dábamos importancia. Una lección para el presente: disfrutemos de eso que ahora nos parece rutinario.
-I.Q.: El paso del tiempo, o si se prefiere, la edad, nos da una perspectiva de la vida que no se puede conseguir de ninguna otra manera y a través de ese discurrir apreciamos cosas que en el pasado no tenían la relevancia que le damos hoy. Y es que madurar es eso, tener opiniones diferentes que nos dan más opciones de respuesta ante las situaciones de la vida que las que teníamos hace unos años.
J.V.: Las generaciones más jóvenes no acaban de entender esta nostalgia de los que ya hemos renovado varias veces el carné. Ya les llegará a ellos y ellas, ¿verdad?
-I.Q.: Claro que sí. Hay que dejarles que aprendan, que la mayoría lo harán y, con los oportunos ajustes que dan las nuevas tendencias, se adaptarán. Ya lo creo que sí. El papel del consejo de ancianos seguirá importando mucho y seguirá aportando pistas para que esa adaptación sea la mejor posible.
J.V.: Hay que encontrar el equilibrio entre presente, pasado y, por supuesto, futuro. Pero no es fácil...
-I.Q.: Ya lo creo. La Historia es una asignatura que siempre me ha gustado, porque nos permite saber que el ser humano siempre encuentra una respuesta a los problemas que le acucian, pero debe tener esa finalidad: llenarnos de ilusión ante las dificultades, convertirse en el estímulo para buscar nuevos retos que empiezan en este mismo instante a partir del cual el futuro se empieza a construir.
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