Sorpresa, incredulidad e indignación. Así reaccionaron ayer maestros y maestras que se sacaron la plaza tras la OPE de este año que incluye 100 puestos en euskera, y que ahora están afectados por la sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, que, de forma provisional, anula esas plazas de la OPE convocada por el Gobierno foral. ¿Si se anula la Oferta Pública de Empleo, pierden sus plazas? Para los docentes consultados, esa es la incertidumbre que ahora les trae de cabeza. Porque supondría un revés que aún no se creen, tras meses de estudios, la polémica en el Parlamento en torno a la convocatoria (y la distribución de plazas en euskera y castellano) y porque sienten que esa plaza, en la que ahora están en prácticas, es la suya. Muchos destacan que están dispuestos a defenderlas como sea. “Creo que nos las hemos ganado”.
Así lo apunta, por ejemplo, Daniel Sanz Cordero, profesor de Música en el colegio de Puente la Reina. Aunque vecino de Ansoáin desde hace once años, Sanz es natural de Madrid. En su día, se decidió a mudarse a Navarra y aprender euskera. En tres años logró el C1 y, también con el título de inglés, trabajó durante siete años en diferentes vacantes hasta que se presentó a las oposiciones porque, de lo contrario, podía perder muchos puestos en las listas y reconoce que todo el proceso fue “muy estresante”. Con una hija de dos años y su mujer en el paro, y estudiando mientras trabajaba, siente que se ha formado para llegar “hasta donde estoy ahora”.
Yolanda Barronea Doval destaca, ante todo, que detrás de esas 100 plazas docentes hay “100 historias”. La de ella es la de una profesora de Vascuence con seis años de experiencia. Ahora da clases en Marcilla y siente que sigue aprendiendo cada día. De ahí el vértigo de poder verse fuera de una plaza que todos ya han celebrado. “Siento inseguridad, rabia y mucho malestar”, reconoce.
La mayoría se enteró ayer por la aplicación de WhatsApp, donde tienen grupos con otras personas de la especialidad. “He visto un mensaje y ha sido un shock. He tenido que pararme a releerlo y he pensado Dios mío, no puede ser”, cuenta Maite Eseberri Iribarren, profesora de inglés en el Joakin Lizarraga IP de Sarriguren (el modelo D del colegio). Antes, fue durante diez años profesora en un centro concertado y, con dos hijos, siguió dando clases mientras se preparaba la oposición. Al final, optó por una reducción de jornada por “agotamiento”. Hasta que aprobó. Y eso lo remarca porque, insiste, tiene que haber constancia de que sacaron la plaza. Que aprobaron una oposición.
Lorea Nagore Iriarte coincide en subrayar eso porque, en su caso, se jugó la plaza en el examen. Antigua corresponsal en Navarra de Tele5, cambió el Periodismo por la docencia porque le ayudaba a conciliar la vida familiar y laboral. Y, aunque dio clases, no tenía tanta experiencia como otros aspirantes, así que la clave era tener una buena nota: “Cogí el toro por los cuernos”. Para ello, empezó a estudiar en la recta final del embarazo de su tercer hijo, y logró una plaza como profesora de inglés en modelo D en el Virgen Blanca de Huarte.
Leire Alastuei de Miguel también sintió que se la jugaba en este proceso. En su caso, porque logró la última plaza como docente de Música en euskera. “Pensaba que si había algún recurso, podía perderla”, admite. Pero pensaba en un algún recurso individual, no como en este caso. Y, cuando su nombre apareció en el Boletín Oficial, expresa que sintió que había acabado “una tortura”. Ahora, siente que en esta polémica se “machaca” al modelo D. Muchos insisten en que no quieren hablar en este caso de política, solo de soluciones. “Y que esto se termine ya y poder seguir con las prácticas”, apunta Alastuei.