pamplona - Cerca del 10% de la población navarra padece alergia al polen, lo que supone que unas 60.000 personas sufrirán esta reacción alérgica durante la primavera, que se espera que sea menos intensa que el año anterior, según constata el jefe del Servicio de Seguridad Alimentaria y Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra, Javier Aldaz. Asimismo, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) subrayó este miércoles, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología y otros factores como la temperatura y las lluvias de otoño y primavera, que las previsiones apuntan en la mayor parte del país a concentraciones de gramíneas de muy leves a moderadas, excepto en Extremadura, donde serán más intensas. En cualquier caso, Aldaz destaca que “las previsiones a largo plazo no tienen mucha validez”, puesto que las condiciones meteorológicas influyen mucho “en la concentración de polen” y en la polinización de las diferentes especies.
Aldaz expone que “seis de cada diez personas alérgicas al polen son sensibles a las gramíneas”, de manera que “en nuestro medio es el polen que más personas alérgicas produce”. Asimismo, destaca que los picos de gramíneas comienzan habitualmente en el mes de abril, aunque este año, con el inicio de los controles, ya se han registrado “picos a principios de marzo”, un hecho que advierte del adelantamiento de “la época de polinización de la mayor parte de las especies”. La hipótesis más válida que se maneja hoy en día para dar una respuesta lógica a este cambio es el “calentamiento del clima” o, lo que es lo mismo, “el cambio climático”.
aumento de personas alérgicas Por otra parte, Aldaz subraya que al menos 60.000 personas en Navarra han padecido alguna vez en su vida “alergia al polen”, una cifra que califica como “muy alta” que, sin embargo, va en aumento cada año. “Es indudable el incremento de prevalencia de alergia al polen”, manifiesta el jefe del servicio, que señala varias posibles causas. “Una de las hipótesis es la higiene”, dice, y explica que “el exceso de higiene provoca que la población no se relacione con gérmenes”, lo que supone una reacción con “mucha gravedad a los antígenos naturales”. Por otro lado, una segunda causa “más comprobable” es la contaminación. “El hecho de que haya partículas de vehículos diesel en la atmósfera sensibiliza al sistema respiratorio, que reacciona con más facilidad frente a la exposición al polen”, puntualiza, y añade que “el número de vehículos diesel es muy elevado, casi el 70%, y parece ser que las partículas del diesel, o de la contaminación atmosférica en general, reaccionan con el polen y hacen que este sea más alergizante que el natural”.
El proceso alérgico, según afirma Aldaz, se desencadena por una serie de factores, como los genéticos y los ambientales. “Hay una predisposición heredada y una imposición a sustancias que habitualmente son proteínas y que sensibilizan a la persona frente a un alérgeno, que puede ser un alimento, el polen o sustancias químicas, entre muchos otros”, agrega. “Esto produce una reacción en el organismo, que no reconoce esa sustancia como propia, y genera unas inmunoglobulinas que producen reacciones habituales de la alergia, que van desde una simple rinitis, una conjuntivitis, urticaria o dermatitis, hasta un asma alérgica, que sería un efecto más grave, o incluso un shock anafiláctico, que sería una reacción rápida y generalizada que puede ser mortal -destaca-. Afortunadamente, los efectos más frecuentes son los menos graves”.
tratamiento En cuanto al tratamiento, Aldaz señala que lo primero que hay que hacer es “un diagnóstico con una historia clínica en detalle y pruebas para determinar cuáles son las sustancias o los agentes que producen esa reacción alérgica alergia”. Así, con el diagnóstico, la primera medida que hay que tomar es “no exponerse a la sustancia que produce la alergia”. “Esto, lógicamente, es más fácil de llevar a cabo con los alimentos que con el polen -indica-, pero el conocer a qué tipo de polen se es alérgico permite, si hay un control palinológico en la zona en la que una persona alérgica reside, conocer qué polen está presente en cada momento, incluso hay redes de información palinológica que ofrecen datos sobre la situación de cada zona, algo que resulta muy útil cuando nos queremos ir de vacaciones”.
Por otro lado, se encuentra el tratamiento sintomático, en el que se utilizan antiestamínicos, corticoides o colirios, y la inmunoterapia, que disminuye el grado de sensibilización a los pólenes. “Hay veces que es tan eficaz que llega a eliminar la necesidad de medicación sintomática”, destaca Aldaz, quien recomienda acudir “urgentemente al médico o a los servicios de urgencias si se padece un asma bronquial o una anafilaxia”.