Pamplona - Un vecino de Navarra, Ernesto Astiz Igoa, es el artífice e ideador de una trampa con la que se pueden eliminar las colonias de Vespa Velutina Nigrithorax, comúnmente conocida como avispa asiática, sin necesidad de localizar los nidos. En los últimos años esta especia se ha convertido en un quebradero de cabeza para los apicultores de la Comunidad Foral. Para atraparlas, Astiz utiliza precisamente como cebo las colmenas de abejas, su principal fuente de caza.

Esta especie fue vista por primera vez en Navarra en el año 2010. Según los datos del departamento de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local, desde entonces hasta finales del 2016, el número de colmenas localizadas y eliminadas contabilizadas por el Gobierno ha sido de 555, 181 de ellas el pasado año.

Este vecino de Huarte lleva seis años investigando a la avispa asiática, realizando diferentes experimentos que le han llevado a conocer las capacidades de adaptación de esta especie y sus costumbres. Estos estudios aparecen en su canal de YouTube, en el que dedica 18 de sus 20 vídeos a la avispa asiática. El canal cuenta con casi 1.300 suscriptores y más de 400.000 visitas, siendo uno de los más importantes existentes en esta materia. Aquí se explica también el proceso de construcción de todas las trampas que ha inventado y se muestran los resultados obtenidos con ellas.

Aunque Astiz tiene patentado su invento, señaló que con ello no busca ningún beneficio económico, sino poder disponer de más datos para proseguir con su desarrollo. “Yo muestro en los vídeos como se hace y cualquiera que quiera construirlo solo tiene que pedirme permiso y yo se lo daré. Lo único que pido es que me informen de sus resultados y del progreso”, explicó.

Estos años de trabajo le han llevado a Astiz a la conclusión de que el mejor cebo para atrapar a la avispa asiática, que diezma las colonias de abejas cercanas, son precisamente las colmenas de este insecto. “Aunque le pongas feromonas, a la avispa obrera no la coges. No hay nada que le excite tanto como el movimiento de las abejas, ni siquiera la miel”, comentó señalando que las avispas normalmente no cazan las abejas para comérselas ellas mismas, sino para llevárselas como alimento a las larvas. Estas, a su vez, les proporcionan a las obreras los azúcares que necesitan con un producto dulce que segregan. “En un experimento metí avispas con abejas y solo vivieron 25 días porque, aunque necesitan conseguir algo de proteína comiendo abejas, las avispas tienen que ingerir azúcares para sobrevivir”, apuntó. Es por esto por lo que resultan tan agresivas con las abejas, pudiendo volver cada 20 minutos a cazar una. Esto, además de reducir la población de abejas, hace que estas no produzcan miel debido a que el continuo ataque de las avispas les crea gran cantidad de estrés y emplean todo su esfuerzo en proteger la colmena tapando la entrada.

Para Astiz es una irresponsabilidad que las instituciones no elaboren un plan de actuación contra esta especie invasora, ya que su impacto sobre el entorno que invade es muy importante. Según explicó, esta especie arrasa a la mayoría de insectos polinizadores, lo que repercute también negativamente en la reproducción de las plantas. “A simple vista se puede ver el impacto, he pasado por campos llenos de flores en los que no había abejas. Eso no es normal”, comentó. Sus ataques no se reducen solo a otros insectos, ya que también se alimentan de libélulas o mariposas, entre otros animales. “Yo personalmente la he visto comer moscas, abejorros y mariposas, pero me han pasado vídeos donde se le ve atacar a una cría de ratón o expulsando a un pájaro de su nido para después efectuar la abeja fundadora el nido primario dentro”, aseguró.

Nuevo proyecto En estos momentos Ernesto Astiz forma parte de un equipo investigador encargado de conseguir una sustancia capaz de eliminar las colmenas desde dentro, un trabajo en el que el navarro llevaba ya años investigando por su cuenta. Este proyecto, dirigido por el profesor de la Academia de Ciencias Veterinarias de Galicia, Xesús Feas, busca encontrar un velucida específico para esta avispa, algo que, criticó “debería de haberse investigado hace años”.

Gracias a su sistema de trampas, Astiz podría capturar a los ejemplares vivos y suministrarles la sustancia, liberándoles más tarde para que volviesen a su nido. “Ellas regresan y lo destruyen contagiando a toda la colmena en ese reparto de comida con las larvas”, ilustró explicando que, de esta manera, se podrán eliminar todos los nidos sin necesidad de verlos. Este trabajo se está desarrollando en la Universidad de Santiago de Compostela y está financiado por la Diputación Provincial de A Coruña.

Una vez que entran, no salen

La trampa. El último modelo ideado por Ernesto Astiz consiste en una estructura con red en el techo y la parte superior de las paredes que se coloca frente a las colmenas. Las aberturas de esta malla son lo suficientemente grandes para que pase una abeja pero no una avispa asiática. Cuando cazan, las avispas se impulsan hacia adelante y emprenden la huida hacia arriba, introduciéndose en el habitáculo diseñado por Astiz en un 70-75% de los casos. Vuelan hacia arriba hasta que se encuentran con una pequeña entrada en los extremos superiores por los que, una vez que entra, es incapaz de salir debido a que no es capaz de encontrar la entrada. A causa del cansancio, la avispa terminará apoyándose en la red y buscará una salida andando hacia arriba hasta acabar en una abertura con forma de embudo. Esta le introducirá en una botella de plástico con agua en el fondo de la que no podrá salir, muriendo ahogada. - L.H.