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Los refugios de Belagua

El refugio de los militares y el del Club Deportivo. El cuartel General Garrido y el aterpe Ángel Olorón. Dos edificios con orígenes y destinos diferentes. Uno camina hacia la reapertura gracias a la ayuda de Europa y unas inminentes obras y el otro, hacia una posible demolición. Dos historias paralelas, casi enfrentadas, con el Pirineo de telón de fondo.

Los refugios de BelaguaD.N.

Tienen unas vidas cruzadas. Encontradas. Casi enfrentadas. Son los dos refugios de Belagua. El deportivo y el militar. El Ángel Olorón y el General Garrido. Uno resurge de sus cenizas (se reabrirá en dos años) mientras el otro va camino de su demolición... El civil fue impulsado en los años 70 por la iniciativa social y el otro se edificó entre protestas en los 80. Europa salvará al primero de su derribo con un proyecto POCTEFA -las obras empiezan a finales de agosto- y, precisamente, la desaparición de las Europa de las fronteras -y del “enemigo” al otro lado de la muga- supuso el acta de defunción del segundo. Los dos tienen denominaciones con nombres propios que esconden interesantes trayectorias. Dos balcones únicos hacia este precioso rincón del Pirineo. Uno a los pies del Lakora, otro a los de Lakartxela. Dos historias con la pasión por la montaña como telón de fondo, por encima de todo y de todos. Sus cuentas atrás han comenzado hacia finales distintos...lín

Mucha gente no lo sabe, pero el refugio de montaña Ángel Olorón (1.460 metros) es más antiguo que el de Yeguaceros, al que “gana” también por un centenar de metros de altitud, aunque hay una claro empate en vistas. La prehistoria real del Ángel Olorón empieza en los años 60, aunque fue una aspiración del Club Deportivo Navarra desde su origen en 1943. En 1968 el proyecto coge forma y en 1971 se inaugura convirtiéndose en una referencia para generaciones de mendizales en unos años donde la montaña era sinónimo de libertad.

El origen del refugio militar, en cambio, arranca una década después envuelto en una fuerte polémica social e institucional. La instalación fue una apuesta del ejército dentro de su plan estratégico que tenía también su vertiente de servir de escuela de montaña para los diferentes reemplazos de la División Navarra de Montaña. El proyecto contó con una importante resistencia de las autoridades locales y autonómicas así como de los clubs de montaña y ecologistas, pero salió adelante al ser considerado de interés general, por lo que se tuvieron que ceder 10.500 metros cuadrados para un edificio de 250 plazas. Las obras comenzaron en junio de 1981 y esta mole de hormigón creció a los pies de Arrakagoiti. Paradojas de la vida. El mismo argumento de la “defensa nacional” que impulsó su nacimiento sería el que determinaría el inicio de su final en 2005, cuando el Estado Mayor del Ejército reconocía que ya la instalación ya no tenía “interés militar”. Razones económicas, el fin de la mili o que con la OTAN desaparecía el fantasma de las invasiones que temía Franco se mezclaron en esta crónica anunciada que se convirtió en una larga agonía con nuevos tomas y dacas institucionales y judiciales.

Pero no corramos tanto. Si los orígenes de ambos refugios tienen un impulso y un contexto totalmente diferente, los protagonistas de cada lugar también fueron muy distintos más allá de tener en común la montaña, el esquí y la escalada. La compañía de Escaladores y Esquiadores de la división Navarra de Montaña fue la principal inquilina del primero. Mandos aparte, se trataban de soldados que cumplían el servicio militar obligatorio y lo hacían en unas condiciones duras, aunque la memoria selectiva haya dejado las habituales “batallitas de la mili”, además de un reguero de actos de “veteranos” con banderas e himnos. La “fauna” del refugio del Club Deportivo era más variopinta: gente que estaba allá porque quería ir al monte, no por un sorteo. El Ángel Olorón (así se rebautizó el refugio tras su reinauguración en 1992) fue un punto de salida de ascensiones a la Mesa, Lakora, Annie y también cobijó bajo su singular techo de pizarra historias de amistad, amor y desamor. De nuevo la dicotomía: excursiones en busca de la libertad del horizonte frente a los “barrigazos” y salidas con paso marcial. Verde caqui o blanco frente al multicolor mendizale. Uniformes y armas o piolets y botas de vino... Continentes y contenidos variados en el Pirineo.

Este paralelismo también se mantuvo en sus horas bajas. El General Garrido inició en 2005 una fase de abandono y una lucha en los tribunales sobre quién y cómo se quedaba con esta “patata caliente” de toneladas de cemento. El Ángel Olorón, aunque estuvo en “coma” (cerrado desde 2004), acaba de resucitar gracias a la Federación Navarra de Montaña, la Junta del Valle, el Gobierno y la Unión Europea. La historia continúa...