chatarra. Es el destino cada año de unas 1.300 armas de fuego que son retiradas en Navarra por sus legítimos propietarios o por sus familiares, que renuncian a ellas tras el fallecimiento del titular y las depositan en la Guardia Civil en cumplimiento de la normativa. Además de supervisar la circulación y posesión de armas, el Instituto Armado también se encarga de la destrucción de aquellas unidades que se quedan sin uso. Para ello, según explica el teniente de la unidad de Intervención de Armas, “acumulamos remesas de armas para llevarlas a la fundición de forma periódica. El coste de la fundición es el mismo que el beneficio que obtiene la fundidora, de modo que la destrucción de las armas se realiza a coste cero”.
El teniente responsable de la unidad de Intervención de Armas destaca que la normativa para la inutilización se ha vuelto más restrictiva por la “amenaza del terrorismo yihadista”, en especial tras los atentados de París en la Sala Bataclan y Saint-Denis, donde se utilizaron armas inutilizadas previamente. Por ello, la Unión Europea ha establecido “unas orientaciones comunes sobres las normas y técnicas de inutilización para garantizar que lo sean irreversiblemente. Ya no vale con hacer una inutilización casera. En el caso de renunciar a un arma, hay que traerla a nuestras dependencias”, incide.
Por los mismos motivos, debido a la facilidad para convertirlas en armas de fuego real, desde el año pasado también es obligatorio contar con una autorización de la Guardia Civil para adquirir pistolas y revólveres detonadores, cuyo uso está restringido a actividades como el adiestramiento de perros. - J.M.S.