Parece una escena organizada por un gran nombre en el mundo de la dirección de fotografía. Un banco arrasado por las llamas y dos niños, flanqueados por sus bicicletas, mirando a un horizonte completamente negro. Pero no. Es otra de las duras estampas que ha dejado el paso de los distintos incendios que han arrasado Navarra, el puro reflejo de la tristeza de ver cómo las llamas han ennegrecido el amarillo de los campos de cereales y el verde de los árboles.

“Duele mucho ver lo que ha cambiado todo. Lo que antes era verde, ahora es negro”, suspira Teresa Díez, vecina de Obanos, junto a su amigo Lucas Rodríguez, de Añorbe. Ambos, compañeros desde Infantil, habían elegido la soleada mañana de este martes para dar una vuelta pedaleando por la zona, como tantas otras veces habían hecho.

Pero esta vez el paseo no estaba siendo nada agradable. Las vistas de los Altos de Eunate y el entorno de la localidad de Enériz eran realmente tristes, al igual que el tono que empleaban los dos pequeños para contar lo sufrido este fin de semana desde un banco conocido por los vecinos como La Moncloa. Ahora, la falta de su asiento impedirá que los mayores del pueblo "puedan arreglar el mundo" como hacían hasta ahora con la claridez mental que aporta el descanso unido a la contemplación de lo que era un bello paraje.

“Fue horrible”, comienza a contar Teresa lo sufrido el sábado con una templanza impropia de su edad. Tiene las manos negras de jugar entre la tierra quemada y se encuentra bajo un árbol calcinado perteneciente a la finca en la que se encuentra la casa de Helena Contreras y Daniel Acosta, la única que fue destruida completamente por el fuego.

"Sin mi padre y mi hermano se hubiera quemado nuestra casa"

Teresa Díez - Vecina de Obanos de 12 años

Este daño, mínimo teniendo en cuenta la virulencia de las llamas en la zona, fue posible gracias al freno que supuso el trabajo de los vecinos, como su hermano y su padre. “Sin ellos se hubiera quemado nuestra casa”, asegura, confesando que ella, su madre y su hermano pequeño tuvieron que salir corriendo con el coche para protegerse. “Caía ceniza, teníamos mucha angustia”, cuenta el viaje asomando en sus palabras algo de pena por no haber podido ayudar. Mientras, Lucas se resigna: “Ha sido una desgracia”.

Teresa y Lucas, ayer en el banco La Moncloa de Obanos Javier Bergasa

“Gracias al pueblo tenemos pueblo”

Esa desgracia de la que habla Lucas es de mucha menor magnitud gracias a la labor de los vecinos de Obanos, lo que permitió que, obviando la pérdida de los campos y la masa forestal, solo se tuviese que lamentar el incendio en un hogar. “Gracias al pueblo tenemos pueblo, porque se volcaron, trabajaron mucho”, agradece la alcaldesa de la localidad, Arantxa Hernández.

En un paseo junto a compañeros de otros municipios de Valdizarbe y la presidenta Chivite, Hernández, que cifró el área quemada en “un 90-95% del término municipal”, reconoce haber llorado al ver lo sucedido. “Poco para lo que vivimos”, le respondía una vecina testigo del paseo de las autoridades.

Y es que todo ocurrió en apenas minutos. “En cuestión de media hora el pueblo estaba completamente rodeado de fuego”, se lamenta Arantxa. “Estaba todo tan normal, y en segundos…” secunda Teresa desde uno de los lugares en los que seguro se meditará sobre cómo volver a resurgir de las cenizas.