primera hora de la tarde no se veía a más de dos metros en Obanos. El humo, procedente de los diferentes focos de fuego que rodeaban al pueblo, no dejaba casi ni respirar. Por el sur, un incendio en el monte Montarraga se acercaba a la localidad y, por el norte, las llamas del incendio de Legarda, empujadas por el viento, amenazaban también a varias viviendas de Obanos. El paisaje era desolador.

Desde la Alcaldía se difundió un bando en el que se instaba a los vecinos a abandonar el pueblo y acudir a Puente la Reina. La Guardia Civil hacía lo propio por megafonía recorriendo las calles. Prácticamente todo el pueblo se fue, pero una hora más tarde muchos vecinos regresaron para tratar de contener las llamas que quedaban. Los campos de cereal que rodean Obanos habían ardido, también la pieza de al lado de las piscinas, que se vieron seriamente amenazadas. Horas después todavía podían verse toallas, bolsos y sillas de vecinos del pueblo que tuvieron que salir corriendo para huir de las llamas. No obstante, el trabajo encomiable de vecinos y vecinas hizo posible contener el poco fuego que quedaba horas después. Un trabajo encomiable de las gentes de Obanos, que se afanaron por defender a su pueblo de las llamas que ayer asolaron Navarra. l