La riada arrasó Burlada. Viviendas, negocios y decenas de garajes afectados continúan, después de un año, reparando desperfectos.

Así, Pablo Gorría todavía se acuerda con detalle de cómo comenzó a inundarse el garaje en el que guardaba su coche. Con lástima, comenta que “se dieron un cúmulo de circunstancias en contra”. En la plaza Larrainzar la inundación se produjo de madrugada. “En mi casa empezó a subir el agua a las cinco de la mañana. A las siete ya estaba todo inundado. No avisaron a tiempo y no pude sacar el coche del garaje”, detalla Gorría. Por suerte, el vecino de Burlada pudo arreglar la situación a través del Consorcio de Seguros, que se encargó de devolverle el dinero íntegro de su vehículo. “Tuve suerte, y además el coche era nuevo y tenía un seguro a todo riesgo. Otros no pudieron recuperar casi nada de su vehículo. Todo depende del tipo de póliza que cada uno tuviera contratado”, expresa.

El garaje de la plaza Larrainzar se ha inundado tres veces, pero nunca como en 2021. “Ha pasado ya un año y el garaje sigue sin pintar, las paredes están totalmente desconchadas. El agua caía por el techo, por arriba, no podíamos hacer nada, salvo intentar bajar al garaje en esas condiciones extremas a intentar salvar el coche”, señala Gorría.

Algunos vecinos lo intentaron, pero entre que “no había luz en todo el edificio y que las condiciones en la calle eran igual de complicadas que en el garaje, yo no me aventuré a salvar mi vehículo”, sentencia el vecino de Burlada.

CONSECUENCIAS

En esta catástrofe, fueron 600 los vehículos afectados por las inundaciones. “Yo por lo menos solo perdí el coche, y además lo recuperé. Otros perdieron su vivienda. Tuve suerte”, declara, repitiendo que se siente afortunado, dentro de las circunstancias. Así, centenares de coches quedaron sepultados bajo el agua en los garajes de Burlada.

“También nos quedamos sin ascensor en el edificio durante un mes”, continúa. A pesar de que lo pudieron arreglar, estuvo sumergido durante tres días y “hay daños irreparables”. La madera de las paredes está deteriorada y, como se trata de un artilugio que ya está “viejo”, es necesario cambiarlo ya, “aunque estos meses sin ascensor viviendo yo en un cuarto piso, con todo lo que eso conlleva, no me los quita nadie”, destaca Gorría.

Por otro lado, también el sistema eléctrico quedó condicionado, “los paneles eléctricos que responden a todo el edificio se encuentran en el garaje, y hemos tenido que repararlos también”, explica. 

Los ocho portales de la plaza Larrainzar, después de un año, van a arreglar los desperfectos ocasionados por el agua y, esperanzados, confían en que no vuelva a suceder una tragedia de estas proporciones.