En Rosario, a unos 300 kilómetros en línea recta de Buenos Aires, un grupo de navarros fundó en 1913 su propio centro, el segundo más longevo en Argentina. Florentino Ibáñez ostentó en un periodo determinado la presidencia de este hogar. Su hija María Eugenia, de 66 años, actualmente ocupa el cargo de vicepresidenta de la comisión directiva. Entre la masa societaria, aparecen tres mujeres oriundas de Navarra, las hermanas Maite y Sara Aizcorbe, con edades superiores a los 70 años, y la tudelana Pilar Ruiz Jiménez, de 85 años.

“En 2019, antes de la pandemia, pude viajar hasta la Ciudad del Cidacos para disfrutar de sus fiestas”

María Eugenia Ibáñez - Sus abuelos paternos proceden de la zona de Tafalla

Esta última recibió una distinción del Ejecutivo foral en un acto en Mendoza el sábado 10 de diciembre. Su sobrina María Ángeles Marín recogió el obsequio. “Ha trabajado mucho por el centro navarro, es su segunda casa”, manifiesta, quien califica a su tía de “buena persona, cariñosa y que extraña su tierra”. Pilar emigró de Tudela con 12 años. “Siempre dice que la trasplantaron de Navarra”, especifica María Ángeles. A Pilar no se le han olvidado las canciones de las rondas por las calles de la capital ribera y las travesuras de la infancia. Pero ahora, después de un drama personal y debido a su edad, ya no frecuenta “el Navarro -como denominan al centro-, porque se va a echar a llorar nada más ir allá”, concluye su sobrina.

El matrimonio compuesto por María Eugenia Ibáñez y Raúl Amatriain, que se conocieron en el centro de Rosario. Eduardo Dolongievich

María Eugenia conoce a Pilar y el mismo día del reconocimiento habló con el hijo de ella. “La migración ha desaparecido y los navarros de origen van muriendo. Quedamos terceras y cuartas generaciones cuyo objetivo consiste en fortalecer los vínculos con los más jóvenes para que sigan con nuestras tradiciones a través de encuentros como el de Mendoza”, subraya.

María Ángeles Marín, sobrina de Pilar Ruiz. Eduardo Dolongievich

Frontón Reyno de Navarra

María Eugenia, casada con Raúl Amatriain de 67 años -descendiente de la zona de San Adrián- y con tres hijos, cuenta que los grupos de dantza de mayores ensayan los miércoles en el centro, y que a los más pequeños les toca los viernes. “Disponemos de sede en Rosario, y una casa de campo para verano y vacaciones, con un frontón llamado Reyno de Navarra, en el que ha entrenado la selección nacional de paleta”, remarca.

"Mi tía Pilar es cariñosa, buena persona y siempre extraña su tierra. Vino de Tudela con 12 años"

María Ángeles Marín - Sobrina de Pilar Ruiz, homenajeada por el Gobierno foral

Niños juegan en el frontón Reyno de Navarra de Rosario. cedida

María Eugenia siempre se ha mantenido vinculada al centro, como dantzari (tradición que han heredado sus hijos Begoña, Agustín y Javier, de 44, 40 y 34 años, respectivamente), como integrante de la subcomisión de cultura y recreación para organizar actividades y difundir publicaciones, y ahora como vicepresidenta. Por ella fluye sangre navarra por todos los costados: mis abuelos maternos Urabayen-Sola, de Tierra Estella; y los paternos Ibáñez-Vidondo, de la zona de Tafalla. “En 2019, antes de la pandemia, pude viajar hasta la ciudad del Cidacos para disfrutar de sus fiestas”, añora. Aunque María Eugenia no acaba este relato sin mencionar uno de los días grandes del centro: el 8 de julio.

 “9 de julio, feriado”

Sanfermines coinciden en pleno invierno y con un calendario laboral sin rojo. Sin embargo, el centro de Rosario aprovecha el día de la Independencia el 9 de julio -feriado en el país, como dicen allá para referirse a jornada festiva- para organizar “la celebración más grande”, describe. En la tarde-noche del día 8 preparan un menú típico de Navarra, de magras con tomate o chilindrón, entre otros platos, además de música de txistus y txaranga. “Los festejos se prolongan durante la madrugada para ver el encierro en una pantalla gigante a las 4.00 horas (8.00 horas en Pamplona). Una vez concluida la carrera, servimos sopas de ajo”, resalta María Eugenia, con un brillo de emoción en los ojos.  

Una paleta, con su pelota y el casco protector, en el frontón de Rosario.

Una paleta, con su pelota y el casco protector, en el frontón de Rosario. cedida