Cristóbal González, el presidente de la asociación Apafas de perjudicados por el accidente del tren Alvia, ha revelado en el juicio que arranca este martes con la fase de responsabilidad civil que se reunió con el maquinista Francisco Garzón, uno de los dos acusados por las 80 muertes y los 140 heridos que supuso el descarrilamiento en la curva de Angrois. El otro procesado es el ex director de seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte.

Según ha destacado Cristóbal González a preguntas del abogado de Garzón, y ante el enfado de la jueza, que ha subrayado que el procedimiento está dividido en dos partes --la acción penal y la civil--, el encuentro entre esta víctima y el conductor del Alvia se produjo en Santiago y por la intermediación de los letrados de ambas partes.

Al final de la comparecencia ha sido cuando ha pedido intervenir uno de los abogados que ejercen la defensa del maquinista, que ha preguntado a González si se reunió con Garzón, a lo que el portavoz de Apafas ha respondido que sí, que tuvo "la ocasión de hablar con él" y que "quería conocerlo", ya que, como conductor, también era "un viajero afectado" por el siniestro.

"Nos citamos aquí a través de nuestros abogados, en Santiago", ha revelado, ante lo que ha intervenido la jueza, para reprender al abogado por el objeto de su interrogatorio.  

"No vienen a cuento sus relaciones. Impertinente"

"Estamos en un procedimiento penal", le ha recordado el letrado. "No me va a decir a mí dónde estoy. He dividido el procedimiento para el ejercicio de la prueba sobre la acción penal y cada uno de los perjudicados. No vienen a cuento sus relaciones. Impertinente", ha aseverado la magistrada.

En este sentido, ha ahondado en que "no es objeto de la acción civil sus relaciones posteriores al accidente o el contenido de las conversaciones" que mantuvieran.

"¿Le ha ayudado?", ha insistido con todo el representante de Francisco Garzón. "En cierta medida, me complace el arrepentimiento y el sufrimiento que esta persona tenía", ha confesado Cristóbal González. "Recuerdo que le está acusando de delitos", ha resuelto la jueza.  

 "Es una pesadilla"

"La gente lo ha olvidado. Nosotros lo seguimos recordando y sufriendo. Día a día. No hay un día desde aquel 24 de julio de 2013 que no te acuerdes un poquito de aquel accidente. El mismo terremoto de Turquía pues vuelves a vivir el accidente. Es una pesadilla".

Así se ha pronunciado al comienzo de su comparecencia el portavoz de la asociación Apafas y uno de los perjudicados por el siniestro ferroviario del tren Alvia Cristóbal González, en la primera sesión de la fase de responsabilidad civil del juicio.

A pregunta de sus abogados, ha explicado las lesiones físicas y psicológicas que sufre por lo ocurrido. "Esto no se supera con nada. Después de cuatro años con psicólogos y psiquiatras, al final desistes, porque ves que no consigues lo que quisieras", ha lamentado.

González, que en declaraciones a los medios de comunicación antes de entrar en la Cidade da Cultura, donde se celebra el proceso judicial, ha destacado el "daño irreparable" que afecta a las víctimas y a sus familiares, ha expuesto ante la jueza que aquel día se trasladó en tren y no en coche "por la seguridad, por la rapidez y por la comodidad" que entendía que le ofrecía este medio de transporte.

También ha calificado de "muy insignificantes o insuficientes" las indemnizaciones económicas que ha percibido de la aseguradora de Renfe, QBE.

Cristóbal González, militar retirado, venía haciendo el Camino de Santiago y su único equipaje era su bicicleta, que, según ha confesado, todavía tiene en casa "aún embalada" y "llena de sangre,  inservible".

Ha descrito el "caos" y el "verdadero infierno" en que se convirtió el barrio de Angrois después de descarrilar el convoy en la curva de A Grandeira, a pocos kilómetros de la estación compostelana.

"Te golpean hierros, cristales... el sufrimiento es indescriptible, muy difícil de narrar", ha advertido. En este sentido, ha contrastado las sensaciones de "confianza" y "relax" con que se montó en el tren con el "verdadero infierno" en que se convirtió su vida después.

En cualquier caso, junto a un policía, un bombero y otra persona, según ha recordado, trató de ayudar "a quienes estaban sumergidos en hierros, llantos, gritos de dolor, de ayuda..."