Ayudar a los que más lo necesitan es algo esencial para la asociación Voluntariado Geriátrico de Pamplona. Desde la entidad ofrecen formación a aquellos que necesitan aprender a cuidar a personas en situación de dependencia. Así nació la Escuela para Personas Cuidadoras, un proyecto que centra el foco en los mayores.

“El único requisito que pedimos es que seas familiar de una persona dependiente que necesite cuidados”, aclara Miriam Irisarri, trabajadora social y coordinadora de la asociación, quien reconoce que siempre supo que su lugar en el mundo estaba ofreciendo ayuda a los demás.

Esta formación es gratuita y se reparte en un total de diez sesiones. En ellas se abordan desde asuntos técnicos, como el envejecimiento o la enfermedad, hasta temas emocionales como el desamparo, la soledad o diversos sentimientos que pueda tener la persona afectada. “No es una formación para profesionales, sino para gente que necesita herramientas”, detalla Irisarri. 

Esta iniciativa lleva colaborando en el cuidado y avance de la sociedad navarra desde 2006, año en el que se pusieron en marcha estas sesiones con el fin de “paliar la soledad de las personas mayores y apoyar a las familias que cuidan de ellas”, según recalca la coordinadora de la entidad. Cada sesión la imparte un ponente cualificado. “Son profesionales de distinto ámbito. Vienen médicos, enfermeras, psicólogas y expertos en diversos asuntos jurídicos”, puntualiza Irisarri.

Estas jornadas, que se llevan a cabo una vez al año, se desarrollarán del 25 de abril al 25 de mayo, y para acudir a ellas es necesario inscribirse antes del próximo viernes a través de la dirección voluntariadogeratrico@sercade.org.

Además, Irisarri asegura que “la gente suele salir muy contenta” de la formación, ya que se crea un espacio seguro. “La mayoría de los cuidadores comparten situaciones parecidas, lo cual les viene bien para ver que existen otras personas que también están pasando por lo mismo. El apoyo y la comprensión entre unos y otros es fundamental”, señala.

Sin embargo, la profesional, afligida, comenta que “es una pena que sigan acudiendo muy pocos hombres a la Escuela para Personas Cuidadoras”. Y es que la gran mayoría de los asistentes a la formación son mujeres. “Es un reflejo de la sociedad, de que las mujeres somos las que nos hacemos cargo de nuestros mayores”, destaca. Así, con el trabajo realizado en las jornadas desde la asociación pretenden “reconocer y dar valor” a lo que hacen las mujeres, ya que “no es algo que nos salga natural por el mero hecho de ser chicas, sino que hemos tenido que aprenderlo poco a poco y también nos supone un esfuerzo”.

"Ayudamos a paliar la soledad de las personas mayores y acompañamos a las familias que cuidan de ellas"

Miriam Irisarri - Trabajadora social

Aunque es importante ponerse en el lugar de una persona en situación de dependencia, “no hay que olvidarse de que el cuidador también necesita cuidados”, explica la coordinadora del Voluntariado Geriátrico. “Hay que saber cuidarse como cuidador. A veces las personas se encuentran en una realidad sobrevenida en la que de repente un familiar enferma”, relata. En ese sentido, son muchos los que se centran en esa necesidad sin darse cuenta de que “su vida sigue y va más allá de eso”. Por ello es importante saber que “si no estamos bien para cuidar, no vamos a cuidar bien”, destaca Irisarri. Por este motivo sugiere “buscar apoyos y aprender a delegar”.

Actualmente, en la asociación se encuentran activos un total de 60 voluntarios y voluntarias. Su trabajo se centra en acompañar en domicilios, residencias de mayores y hospitales. En cuanto al perfil de estas personas voluntarias, Irisarri indica que la mayoría se trata de personas jubiladas, “aunque cada vez tenemos más jóvenes universitarios”, señala con alegría. 

TESTIMONIOS

Una de las personas que asistió el año pasado a las jornadas de formación que ofrece la asociación es Amparo Vargas. Lleva siete años acompañando y cuidando de su padre, quien padece Parkinson y demencia. “Antes mi padre vivía con su pareja. Muchas veces se olvidaba de tomar sus pastillas y ahí supe que necesitaba una persona que estuviese cuidándole. Se ha llegado a escapar tres veces de casa y hay días que se le va la cabecita. A veces no sabe quién soy”, relata Vargas. Para aprender a acompañarle de la mejor manera posible, desde la entidad le aconsejaron acudir a la formación. “Como familiar es muy dura la situación. Las sesiones me ayudaron mucho”, reconoce. 

Con dos hijos en la familia, Vargas comenta que “cada uno colabora como puede”. En los días de frío prefieren quedarse en casa, pero cuando el sol asoma por Pamplona salen a dar un paseo. “Intentamos que camine para que no pierda movilidad”, señala. 

Así, Vargas detalla que la Escuela para Personas Cuidadoras es “necesaria” e “importante”. Por este motivo, para seguir apoyando a cuidadores como ella, la entidad anima a la población navarra a acudir a las jornadas para poder acompañar a los mayores desde la comprensión, el conocimiento y el cariño.