La demanda de enseñanzas universitarias está determinada por dos factores: la evolución demográfica de la población en edad típica de estudiar una carrera (tramo 20-29 años) y la preferencia de los estudiantes por cursar un grado, máster o doctorado en función de las expectativas vocaciones, del desarrollo personal o la empleabilidad. El envejecimiento de la población es claro y no parece que la tendencia vaya a cambiar en los próximos años. En las últimas dos décadas, según el informe La universidad española en cifras 2019-2020 elaborado por la CRUE Universidades Españolas, la población universitaria potencial de Navarra ha descendido un 20%. Sin embargo, la matrícula en las universidades públicas (UPNA y UNED) ha resistido y el descenso ha sido algo menor (14%) mientras que la de la universidad privada (Universidad de Navarra) se ha mantenido estable.
El informe muestra la evolución de la población de 20 a 29 años para el conjunto de España y para cada una de las comunidades autónomas desde 1998 hasta 2020. El descenso de los jóvenes comenzó a partir de 2005 y desde entonces ha caído un 25% siendo más acusado en Asturias (-52%), Castilla y León (-44%), Galicia (-46%) o la CAV (-43%). Tan sólo Baleares registra una evolución positiva de la población joven.
Furor por Ciencias de la Salud
Esta disminución de la población universitaria potencial en el conjunto del Estado no ha traído consigo una reducción de la matrícula. Al contrario, se ha incrementado un 6% con diferentes intensidades según ramas de conocimiento. Se disparan en Ciencias de la Salud (+172%) y Artes y Humanidades (+9%) mientras que bajan en Ciencias (-19%), Ingeniería y Arquitectura (-20%), Ciencias Sociales (-1,4%).
Estos datos muestran que la preferencia por cursas estudios universitarios se ha incrementado, al pasar del 24% en 1998 al 34% en 2020. En paralelo, se observa un cambio en las preferencias con un desplome de las ciencias experimentales e ingenierías a pesar de la empleabilidad y una fuerte preferencia por carreras de la salud “potenciada por la masiva incorporación de los estudiantes de Bachillerato más brillantes: las mujeres”, apunta el informe.
Asimismo, los datos analizados ponen de manifiesto dos evidencias: que los jóvenes creen que la formación universitaria es un factor de primer orden para afrontar en mejores condiciones su proyecto vital y que las perspectivas de mejor empleo y renta no son, en muchos casos, suficientes para que los jóvenes estudien titulaciones muy demandadas por el mercado laboral como son las STEM.
Un análisis por CCAA muestra bruscos descensos en la matrícula de universidades públicas en Asturias (-61%), La Rioja (-49%), Galicia (-47%) o Castilla y León (-44%), siguiendo la pauta de la evolución demográfica, mientras que se observan ligeros incrementos en aquellas autonomías con una dinámica poblacional menos regresiva y que constituyen polos de atracción para cursas estudios universitarios como son Madrid (+2%), y Catalunya (+3% ). También crecen Baleares (+5%) o Murcia (+1%), que han sabido retener mejor a su alumnado. De media, el descenso se sitúa en el 10% y en el caso de Navarra, en el 14%.
‘Boom’ de las privadas
Por contra, la matrícula en las universidades privadas se ha disparado al surgir un montón de nuevos centros y el alumnado ha crecido un 263%. De hecho, según señala el informe, al inicio del periodo analizado las universidades privadas representaban sólo el 6% del sector y en 2020 sobrepasó el 20%. Tan sólo las privadas de larga tradición, como son las de la CAV y Navarra, presentan estabilidad en este periodo.