Uno de los retos que se marca la nueva Ley de Universidades es impulsar la formación continua. De hecho, tal y como se recoge la exposición de motivos del anteproyecto de la ley, la universidad busca convertirse en “un lugar en que la formación a lo largo de la vida para cualquier persona y colectivo sea un objetivo básico”. En los últimos años, tanto la Universidad Pública de Navarra como la Universidad de Navarra se han puesto las pilas para ampliar su oferta de enseñanzas propias. Y su apuesta a tenido sus frutos.

Según el informe La Universidad en Cifras del curso 2019-2020 de la CRUE, las dos comunidades forales, Navarra y la CAV, presentan las tasas más elevadas de seguimiento de la formación continua del Estado. Algo más del 12% de la población de entre 25 y 64 años cursa alguna enseñanza propia. La media estatal se sitúa ligeramente por encima del 10% y llama la atención la posición de Catalunya, de farolillo rojo, con un 8,4%.

La formación continua que ofrecen las universidades a través de títulos propios es muy importante en este campo. Según recoge el informe de la CRUE, en España, uno de cada cinco jóvenes de entre 25 y 34 años y algo más del 10% del total de las población adulta estaba siguiendo o había seguido una actividad formativa de un título no oficial en los últimos cuatros meses cuando se le realizó la encuesta sobre su empleabilidad.

La nueva Ley de Universidades plantea ofertar programas de corta o media duración, las microcredenciales, para las personas con algún título previo o con un mínimo de experiencia profesional. La duración de estos cursos oscila entre los 4 y 30 créditos ECTS, en función de la formación ofrecida.