A la pamplonesa María Segura le diagnosticaron esclerosis múltiple con 24 años, pero llevaba sufriendo la enfermedad desde los 12 años. Llevaba la mitad de su vida con síntomas y problemas de salud que no sabía de dónde le venían. Una incertidumbre constante. “Empecé dejando de sentir las piernas, perdí la sensibilidad. Pero iba por brotes y sobre todo me ocurría en verano. Mi médico no le dio importancia y me decía que era por falta de deporte. Llegó un momento en el que asumí que cuando llegase el verano iba a dejar de sentir las piernas”, relata María de 29 años.

Poco a poco los síntomas fueron a más y con 22 años ya había perdido bastante fuerza en las piernas y ya no podía caminar trayectos largos. “Conseguí que me viera un neurólogo y tras la primera visita me mandó una resonancia magnética de urgencia. Estaba asustadísima porque me esperaba cualquier cosa y al final salió un diagnóstico clarísimo de esclerosis múltiple”, recuerda la joven, que lejos de ser un mazazo, el diagnóstico lo vivio como “un alivio absoluto” porque pudo ponerle nombre a años de síntomas.

Ahora, a sus 29 años, María es madre del pequeño Diego, de un año, y se encuentra “muy bien”. “Puedo caminar y hacer una vida relativamente normal. Soy profesora en Plaza de la Cruz y me apaño como puedo”, reconoce y señala que no tuvo problema en contar su enfermedad desde el principio: “En el trabajo les dije que tenía esclerosis. Pero la verdad es que yo soy funcionaria y las cosas son más fáciles, hay personas que trabajan en empresas privadas que tienen más problemas para contarlo por miedo a represalias”.

Primeras señales

Ion González, en la manifestación de este martes. Iban Aguinaga

Una historia similar a la de María tiene el vecino de Villava Ion González, que fue diagnosticado de esclerosis múltiple con 30 años y llevaba padeciendo síntomas desde los 17, por lo que una de las cosas que reclaman ambos es mayor investigación y una potenciación del diagnóstico precoz.

Ion siendo un adolescente padeció una neuritis óptica en el ojo izquierdo, que fue la primera señal de la enfermedad, aunque en aquel entonces él no lo sabía. “No veía nada de un ojo y no sabían decirme por qué era. Pero de repente un día se me pasó y ahora veo perfectamente, aunque aquella fue la primera señal”, relata Ion, que ahora tiene 37 años.

Ahora se mueve en una moviscooter, camina distancias cortas ayudado de bastones y ya no trabaja, aunque durante años lo hizo en la sección de Preimpresión de DIARIO DE NOTICIAS y como camarero en hostelería. “Esta enfermedad te jode la vida, pero la verdad es que estoy muy bien, sobre todo anímicamente. Lo llevo bien porque mi hermano también tiene esclerosis múltiple, entonces conocía la enfermedad, la asociación, los síntomas... Se me hizo más llevadero”, confiesa Ion, que destaca la ayuda que la asociación brinda a los pacientes, así como la que recibe de su familia y amigos. “Tengo la suerte de tener a mucha gente que me apoya”, sentencia.