El día a día de Joseba Navas es de lo más corriente: pasa las mañanas en la asociación Anasaps, come en casa con sus padres y por la tarde queda con los amigos para tomar algo, dar un paseo o ir al cine. Y los fines de semana aprovechan para hacer planes diferentes en cuadrilla. Una vida como otra cualquiera. Pero esa vida "normal" cambia cada vez que explica que tiene un problema de salud mental: "Es decir que tenemos esquizofrenia y la gente nos trata de locos. Y no somos locos".

Joseba ayuda a sus compañeros de Anasaps a montar el stand informativo que la asociación ha montado este martes en el paseo Sarasate con motivo del Día Mundial de la Salud Mental. El objetivo es sensibilizar y y visibilizar la salud mental para acabar con el estigma que la rodea y que hace que se genere un rechazo hacia las personas que padecen una trastorno mental. "La gente tiene que entender que yo puedo hacer una vida normal. Tomo mi medicación, como cualquiera que tiene una enfermedad física... Y estoy bien, pero a la gente le da miedo", reconoce Joseba, vecino de Pamplona de 51 años.

Ese estigma está presente en todos los ámbitos de la vida, pero se manifiesta con especial crueldad en lo laboral ya que, según apunta, las personas con problemas de salud mental tienen muchas difucultades para que les concedan un trabajo. "Somos perfectamente capaces, podemos trabajar o estudiar lo que sea", reivindica.

A Joseba le diagnosticaron esquizofrenia en 2005, cuando tenía 33 años. Reconoce que ahora se encuentra "muy bien" y mucha culpa de ello tiene Anasaps, asociación a la que acude desde hace casi un mes. "Es un apoyo enorme porque se preocupan mucho por nosotros y nos ayudan tanto física como mentalmente. Yo voy a talleres de smartphones o de música que me vienen muy bien", relata.

"La soledad es muy triste"

Tomás Marín acompaña a Joseba en el stand informativo y también padece esquizofrenia paranoide. Denuncia lo duro que es el estigma que rodea a la salud mental porque "acaba aislándote y la soledad es muy triste".

Tomás trabajó de joven como mecánico y después en el sector de la construcción, hasta que con 41 años le atropelló un coche junto al hotel Tres Reyes en Pamplona. Aquello fue el punto de partida para que con 44 años le diagnosticaran la esquizofrenia. Aunque él cree que viene de antes: "Yo de niño ya tenía síntomas de que algo me pasaba. No sabía lo que era, pero ahora ya sí".

Ahora tiene 63 años y vive solo, algo que reconoce que a veces se le hace duro, porque "la soledad es muy mala", pero ha encontrado en la pintura un nuevo hobby: "Tengo un cuadro de la Virgen de la primavera expuesto en la UPNA. También me gusta escribir y ahora me he presentado a un concurso de relatos con un cuento sobre los niños que nacen en la guerra de Ucrania".

A Tomás le molesta mucho que lo llamen loco, porque él es perfectamente consciente de que "hay algo en mi cabeza que no funciona bien, me dan impulsos, pero no soy ningún loco. Hago una vida normal, entre otras cosas, por la ayuda de Anasaps", relata.