Alrededor de 70 médicos y médicas de familia participaron el viernes en un taller cuyo objetivo era “sensibilizar a los profesionales asistentes frente al problema de la violencia de género y dar algunas pinceladas o claves para ayudar a nuestros compañeros en la detección en las consultas de Atención Primaria de este problema oculto”, explicó el médico Marcos Ruiz, encargado de impartir la formación junto a la trabajadora social Edurne Arrazubi y la enfermera Judith Lapieza. La actividad se enmarcó en la décimo novena edición de las jornadas anuales de la Sociedad Navarra de Medicina de Familia y Atención Primaria (namFYC), que se celebraron el jueves y el viernes en la sede del Colegio de Médicos.

En primer lugar, Ruiz señaló que cualquier mujer que acude a la consulta puede sufrir esta violencia. “Hay una serie de indicadores que vienen estipulados, pero en general podemos sospechar cuando hay malestares crónicos, malestar físico, psicológico e incluso problemas de aislamiento social”, explicó. Así, consideró que “nos tienen que llamar la atención algunos síntomas, como dolor crónico, crisis de ansiedad, problemas de depresión, dificultad para seguir los tratamientos... Hay varias claves que podrían indicar que esa mujer que vemos en la consulta está sufriendo un problema de violencia” machista.

“Se detecta más fácilmente la violencia física y sexual, pero nos cuesta más la psicológica”

Judith Lapieza - Enfermera formadora

Respecto a los tipos de violencia, la enfermera Judith Lapieza indicó que en los centros de salud “se detecta más fácilmente lo que es la violencia física y la sexual en general”, pero “nos cuesta un poco más detectar la psicológica, porque pocas mujeres consultan directamente por ese motivo”. 

Un proceso muy largo

Una vez que se identifica un caso, explicó Arrazubi, “existen una serie de protocolos o circuitos de intervención dependiendo del centro de salud donde se trabaje, pero también del momento en que esté la mujer respecto a la violencia. Es un proceso muy largo, no existen fórmulas mágicas”. La trabajadora social señaló, al respecto, que “normalmente una mujer para poder reconocer y querer salir de ese proceso puede haber pasado de 7 a 10 años en una situación de violencia. Son procesos muy largos y cada momento y cada fase en la que se encuentren van a requerir un tipo de intervención u otra”. No obstante, afirmó, “hay que procurar en consulta atender a la seguridad de esa mujer y de sus hijos, si los tuviera. Si hay un riesgo vital alto, tiene un circuito muy de urgencia e intervienen diferentes servicios”. 

Respecto al papel que juegan los profesionales de los centros de salud, Ruiz explicó que “cuando la Primaria trabaja de forma longitudinal, que hay una estabilidad en los médicos, en las enfermeras, en las trabajadoras sociales de los cupos, hace que les vayamos viendo y les estemos viendo muchas veces. Es un sitio accesible para ellas, que pueden venir solas, sin la compañía de su pareja, y donde establecen una relación de confianza, de modo que es más fácil que ellas lo expresen”. 

No obstante, recordó el facultativo, “hay muchos casos de violencia de género, muchos casos que no se han manifestado y eso hace que la mujer esté sufriendo y que tenga problemas de salud crónicos importantes. Además, hay mujeres que están muriendo a manos de sus parejas o incluso suicidios debido a la situación de maltrato, con lo cual nosotros nos debemos a cuidar de la salud de esas mujeres. Tenemos la oportunidad de ayudarles a salir y de mejorar su situación y su salud a medio y largo plazo”

Integrar el barrio en el trabajo del centro de salud

Por otro lado, Mari Jose Dronda, de la junta de namFYC, sostuvo que existe la idea de que “las cosas se resuelven en el hospital”, pero “la mayoría de los procesos se solucionan en el ámbito donde vive una persona, en su casa, en su barrio, en su centro de salud”. Con esta premisa, esta sociedad científica –que tiene unos 480 socios– organizó las jornadas en las que intentaron potenciar “esa parte del apellido de nuestra especialidad –la comunitaria– que dejamos mucho de lado porque la consulta del día a día nos abruma, nos ocupa todo y no le dedicamos tiempo”. 

“La mayoría de los procesos se solucionan en el ámbito donde vive una persona, en su centro”

Mari Jose Dronda - Vocal de la sociedad namFYC

Así, organizaron el taller Cómo iniciarse en la comunitaria para potenciar “esa actividad médica dirigida a integrar el barrio en el trabajo del centro de salud, de modo que los pacientes también asuman el autocuidado dentro de redes en las que puedan trabajar temas de alimentación, ejercicio, cuidados, soportes...” y, además, siendo “más eficaces”. Puso como ejemplo que a una persona con dolor de rodilla no le sirve de mucho darle un antiinflamatorio y una hoja de ejercicios que no va a hacer, cuando lo que necesita es que se le prescriba ejercicio y se facilite que pueda ir a un gimnasio. En el tercer taller, más clínico e impartido por María Oiza, exploraron los distintos inhaladores.

Carmen Simón, María Oiza y Mari Jose Dronda, en el taller de inhaladores. Iñaki Porto