Entre la docena de casos de abusos que maneja la Conferencia Episcopal para ellos sabrán qué fines, se concretan diez que se consideran probados, por lo general porque se ha llegado a un acuerdo indemnizatorio con las víctimas o como en el caso del que fuera párroco de Barásoain que fue condenado en 2010 a 16 meses de prisión por exhibicionismo a menores mientras les daba catequesis en la casa parroquial del pueblo.

Si este hecho transcendió y fue publicado, sin embargo nada se sabía de un acuerdo de conformidad firmado en la Audiencia Provincial de Navarra a finales de 2019 cuando un sacerdote diocesano, según dicho informe, fue condenado a 8 meses de prisión por abusos continuados a dos menores de edad en forma de tocamientos.

El documento incluso recoge que el victimario reconoció los hechos denunciados y se autoinculpó y como medidas cautelares la Iglesia decidió apartarlo del oficio pastoral y recluirle en un monasterio (oración y penitencia). La pena de prisión llevaba aparejada una indemnización y una orden de alejamiento respecto a las víctimas. A continuación se abrió una investigación canónica, donde se le recluyó 20 meses en un monasterio y estuvo durante tres años con la prohibición de confesar. En la actualidad está recluido en un monasterio fuera de la Archidiócesis.