Preguntada por qué es lo que le ocurre, Lorena Moreno, vecina de Estella de 45 años, suspira, coge aire y arranca: “Tengo fibromialgia, cáncer de cuello de útero, cervicalgia crónica irradiada a ambos trapecios, hiperlordosis lumbar, escoliosis, lumbalgia, migrañas, mareos, bronquitis crónica, colelitiasis, colon irritable y también estoy diagnosticada de depresión y ansiedad”.

La madre de casi todas las patologías y males que padece es la fibromialgia, que se la detectaron en septiembre del año pasado, un diagnóstico tardío porque asegura que tiene problemas de salud desde que era adolescente. 

Ya no trabaja y ha solicitado la incapacidad permanente porque los dolores que sufre a diario le impiden llevar una vida normal y en febrero de 2023 la trabajadora social también pidió para ella una valoración de discapacidad, algo que lleva esperando desde entonces. “La mayoría de días no me puedo levantar de la cama y apenas puedo caminar sin muletas. Tengo muchos dolores, sobre todo de espalda y llevo 15 meses a la espera de una valoración de discapacidad en los que mi estado de salud ha empeorado bastante, sobre todo a nivel emocional”, relata Lorena.

Esta vecina de Estella vive con su hijo mayor de 18 años, que lógicamente no siempre puede estar en casa para ayudarla. “No hay derecho a que nos tengan más de un año esperando, porque ya no es una cuestión de que no estemos pudiendo optar a determinadas ayudas, es que es un tema de salud”, señala. De lo que más sufre Lorena es de la espalda: cervicalgia crónica, hiperlordosis lumbar, escoliosis y lumbalgia, detrás de las cuales cree que está la fibromialgia, de la que lleva diagnosticada poco más de medio año. “Es difícil de detectar y es una enfermedad jodida, porque no te mata pero duele mucho”, confiesa.

Además de los fuertes dolores de espalda son habituales en su día a día los mareos, las migrañas y los problemas para caminar. “Si ando algo casi siempre es ayudada de muletas. El hecho de ser una familia monomarental también dificulta las cosas”, indica. Para colmo hace unos años le detectaron un cáncer de cuello de útero y debido a la colelitiasis le tuvieron que quitar la vesícula. En estas circunstancias no puede llevar una vida normal y hace meses que dejó de trabajar, por ello pidió la incapacidad permanente. “El 19 de febrero de este año me comunicaron que mi solicitud había finalizado sin resolución y al día siguiente iniciaron otra petición de oficio. No lo entiendo, pero también sigo esperando a eso”, relata.

Factura emocional

Además de todas las dolencias físicas que padece, Lorena también arrastra desde hace años ansiedad y depresión, porque la dura situación que vive le pasa factura a nivel emocional. “Llevo años siendo paciente de salud mental y he tenido muchísimas crisis de ansiedad, aunque con la medicación ahora estoy mejor. Pero también esta situación de incertidumbre no ayuda, llevar más de un año esperando una valoración de la discapacidad es contraproducente y me afecta a nivel de salud mental”, apunta.

Lorena mira al futuro y asume que le va a tocar abandonar Estella y mudarse más al sur, en busca de zonas más cálidas. “Me dijeron que para la fibromialgia no viene nada bien un clima tan húmedo como el de aquí, así que seguramente me tenga que mudar a algún lugar que tenga microclima. Y es algo a lo que me veo obligada por mi enfermedad, por lo que tener concedida la discapacidad es importante a la hora de acceder a ayudar por ejemplo de vivienda”, detalla y concluye: “Yo lo único que pido es que me hagan la valoración de la discapacidad y que desde la Administración no nos pongan más trabas, que bastante tenemos ya”.