Los fenómenos naturales extremos de los últimos años han despertado la conciencia social de la sociedad. Sucesos como grandes incendios, largas sequías o inundaciones nunca vistas los ha sufrido todo el Estado y Navarra no ha sido menos. Gloria Giralda, directora del Servicio de Guardería de Navarra, y Mikel Tabar, guarda de Medio Ambiente, aseguran que acontecimientos así “han despertado mucha conciencia social”, algo que se ha reflejado en las consultas que atienden en la Central de Medio Ambiente a lo largo de su primer año, en el que han recibido 5.656 llamadas. 

Dentro de los fenómenos meteorológicos, los incendios que sufrió la Comunidad Foral en 2022, donde ardieron 12.530 hectáreas, “acabaron de detonar la alerta social en la población navarra”, según señala Tabar. Esta creciente preocupación hace que en la Central de Medio Ambiente reciban cada vez más llamadas que implican consultas sobre el uso de fuego. “Las épocas de quemas de rastrojos y de pastizales causan muchas dudas, también porque la normativa es cada vez más estricta, y la gente llama para asegurarse”, explica el guarda

Mikel Tabar, guarda de Medio Ambiente, y Gloria Giralda, directora del Servicio de Guarderío en la Central de Medio Ambiente. Javier Bergasa

Del mismo modo, otra actividad muy recurrente son las barbacoas en primavera y verano, sobre todo en temporada de fiestas, y ahí también se deja ver la conciencia social. “En una fiesta, por ejemplo, alguien tiene preparado todo para hacer una barbacoa con decenas de kilos de carne comprado y llaman para saber si pueden llevarla a cabo o no”, cuenta Giralda, que destaca el buen hacer de la población que “si les dices que no pueden hacerla por riesgos de incendio, altas temperaturas o lo que sea en ese momento, lo entienden perfectamente y dejan de hacerla”. 

En esta línea, también destacan que “ha habido veces que un agricultor esta realizando una quema con todos los cuidados y cumpliendo las condiciones, pero alguien que ve el humo nos llama preocupado”, explica Tabar haciendo referencia a las preocupaciones “en exceso” que atienden. Del mismo modo, agradecen que “mucho mejor que sean llamadas de más que de menos”. 

Sensibilidad animal

De misma manera, Giralda señala que “la gente tiene una conciencia ambiental y de cuidados mayor, se nota mucho. Nos llaman por temas que hace 10 años no lo harían”.

Una situación muy recurrente es la de encontrar un animal herido, y llamar a la CMA. En esas situaciones, si el animal está herido, acuden los guardas de la demarcación y lo trasladan al Centro de Recuperación Ilundaín. Sin embargo, no siempre sabemos interpretar si el animal está en problemas o no. “A veces nos llaman que han encontrado una cría de ave sola, pero lo más seguro es que los padres estén ahí. En esos casos hay que dejarla en una rama de un árbol y los padres le atenderán”, explica Tabar. Incluso depende de la herida que sufran, “por lo general, intervenimos, pero lo mejor para el animal es que siga su ciclo natural”. 

La población tiene mucha sensibilidad, a veces demasiada. Hay veces que humanizamos a los animales y les queremos cuidar más de lo debido”, destaca Tabar. A lo que Giralda añade que “queremos cuidarles, pero a veces sin saber. Por ejemplo, los cárabos son unas aves muy monas que cuando no tiene ni plumas se tiran del árbol y nos llaman cuando los encuentran. La cosa es que estos pájaros luego trepan con las garras y están atendidos por los padres, pero la gente no tiene porqué saberlo” y precisamente para resolver dudas y educar esa conciencia social, existe la CMA. “Para eso estamos aquí”, sentencia con una sonrisa Giralda.